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sábado, 17 de noviembre de 2012

Jakobson, Roman



Roman Jakobson nació en Moscú el 11 de octubre de 1896. Se le considera, de manera general, uno de los principales lingüistas del siglo xx y un representante importante del enfoque estructuralista del lenguaje, sobre todo por su énfasis en considerar que el modelo sonoro del lenguaje (su primera y constante área de investigación lingüística) es fundamentalmente racional. Las relaciones entre sonidos en contextos específicos son lo que constituye el sentido y el significado. Dentro de sus variados y prolíficos escritos (casi 500 artículos) sobre poética, fonología, lenguas y tradiciones eslavas, adquisición del lenguaje, epistemología e historia de la lingüística, Jakobson se esfuerza decididamente por elucidar «los diferentes niveles de estructura lingüística» mediante la «obtención e identificación consistente de las invariables relacionales dentro de la multitud de variantes» (1). Se impone sobre el lingüista un enfoque estrictamente relacional porque, en primer lugar, «cada constituyente de todo sistema lingüístico se construye sobre la oposición de dos elementos lógicos contradictorios: la presencia de un atributo («marca») en contraposición a su ausencia («no marca») (2); y, en segundo lugar, que el «juego de invariables y variables demuestra ser una propiedad esencial e íntima del lenguaje en cada uno de sus niveles» (3).
Aquí podemos ver hasta qué punto influyó Jakobson en la antropología de Lévi-Strauss. El interés de este último por el lenguaje es inseparable de su esfuerzo para aislar las oposiciones entre «marcado» y «no marcado» y analizar la sociedad como relación entre un modelo «invariable» y la historia «variable». Dicha influencia se intensificó, sin duda, por la experiencia común de enseñar con Lévi-Strauss en Nueva York durante la Segunda Guerra Mundial, en la Nueva Escuela de Investigaciones Sociales de la Universidad de Columbia.
En 1914 Jakobson entró a formar parte del claustro de historia y filología en la Universidad de Moscú, y empezó a trabajar en la sección lingüística del Departamento de lenguas eslavas y ruso. El estudio del lenguaje sería la clave para entender la literatura, el folclore y la cultura en general. En 1915, Jakobson fundó el círculo lingüístico de Moscú y recibió la influencia de Husserl, por lo que la fenomenología de éste fue especialmente importante en sus reflexiones sobre la relación entre la «parte» y el «todo» en el lenguaje y la cultura. La palabra poética reveló uno de los vínculos más claros en este sentido: la poesía es la que más se aproxima a tener una estructura en la que la parte equivale al todo.
A finales de 1920, Jakobson había dejado Moscú y había pasado a residir en Praga donde, a partir de 1926, se convirtió en miembro influyente del círculo lingüístico del mismo nombre. Fue allí donde Jakobson empezó a interesarse especialmente por las diferencias entre las estructuras fónicas y prosódicas en ruso y otras lenguas eslavas. Bajo los auspicios del círculo de Praga, Jakobson publicó en 1929 Remarques sur l'évolution phonologique du russe comparée à celle des autres langues slaves (Observaciones sobre la evolución fonológica del ruso en comparación con otras lenguas eslavas).
En los años 30, Jakobson colaboró con su amigo Nikolái Trubetzkoy en la investigación sobre el modelo sonoro del lenguaje, Trubetzkoy, seguidor de Saussure, guió a Jakobson hacia la idea de que los sonidos en el lenguaje funcionan de manera diferencial: no poseen significado intrínseco. Con ello preparó el camino para que Jakobson elaborase su teoría del «rasgo distintivo», como veremos más adelante.
A finales de los 30, con el ascenso del nazismo y la perspectiva de la guerra, Jakobson fue a Suecia y Dinamarca. En Copenhague colaboró con Louis Hjelmslev y el círculo lingüístico. Su obra Kindersprache, Aphasie und allgemeine Lautgesetze (Lenguaje infantil, afasia y universales fonológicos), una obra pionera, la escribió en Suecia entre 1940 y 1941, justo antes de su partida hacia Nueva York. Aunque durante los años 50 fue víctima de los prejuicios del maccarthismo debido a su conexión con la Europa oriental comunista, Jakobson acabó por obtener nombramientos en Harvard y el Massachusetts Institute of Technology, y permaneció en América hasta su muerte en Boston, el 18 de julio de 1982.
Jakobson fue uno de los primeros lingüistas del siglo xx que examinaron con seriedad la adquisición del lenguaje y las formas en las que puede interrumpirse su funcionamiento, como, por ejemplo, la afasia. Tiene una importancia esencial el énfasis que concedía a dos aspectos básicos de la estructura del lenguaje, representados por las figuras retóricas de la metáfora (semejanza) y la metonimia (contigüidad). La metonimia, afirma Jakobson, no debe confundirse con la sinécdoque que, como aquélla, se define a veces como la parte que representa el todo. Sin embargo, con la sinécdoque, hay una relación interna de la parte respecto al todo (la vela por el barco), mientras que, con la metonimia, la relación es externa (la pluma por el escritor). Entender cómo afectan diversas formas de afasia a la función del lenguaje es entender cómo se produce la interrupción de la facultad de selección y sustitución –el polo metafórico– o de combinación y contextualización –el polo metonímico. El primero implica una incapacidad en el plano metalingüístico; el segundo, un problema con el mantenimiento de la jerarquía de unidades lingüísticas. En el primero se pierde la relación de semejanza, en el segundo, la de contigüidad.
Aunque no inventó el término, el «deíctico» (shifter) es otro aspecto del lenguaje que desarrolló Jakobson, y está estrechamente vinculado a la capacidad de contextualización. El deíctico opera en los pronombres personales (yo, tú, etc.) y demostrativos como «este« y «ese», «aquí» y «allí». Durante la adquisición del lenguaje, el uso de los deícticos –términos aplicables solamente a un contexto concreto, sea el que sea– es una de las últimas capacidades que aprende el niño. Los deícticos están unidos específicamente a la función enunciativa del lenguaje: su significado no puede captarse independientemente del contexto en el que se usan. Constituyen lo que Jakobson denomina una «doble estructura», que quiere decir que su significado, al mismo tiempo, invoca el código («yo» es el pronombre de primera persona) y el mensaje (especifica el hablante concreto). Los deícticos permiten que cada persona utilice el lenguaje de forma individual; constituyen el lugar en el que la historia entra en la lengua. En otras palabras, con el fin de entender una afirmación como L'état, c'est moi, es preciso explicar el contexto y la identidad del hablante (es decir, hay que hacer referencia al mensaje), así como el significado de las palabras empleadas en relación con el código. Como demuestra Jakobson (4), la situación puede ser más compleja, cuando el mensaje se refiere al código («"yo" es un pronombre») y el código se refiere al mensaje («"yo" significa yo, quien habla»). Además, el código puede referirse al código («"Jerry" es el nombre del chico llamado Jerry») y el mensaje puede referirse al mensaje (Dijo: «No voy a venir»). Más en general, los deícticos serían el vínculo entre la langue (estructura o código) y la parole (acto de habla), de modo que el lenguaje sería la interacción constante entre la langue y la parole.
Debido a esta doble estructura, Jakobson sugirió que el uso de deícticos, lejos de ser más «primitivo» que el aspecto denotativo y descriptivo del lenguaje, era una de las últimas capacidades que el niño domina en el proceso de adquisición del lenguaje. En la afasia, esta capacidad es la primera que se pierde. Desde una perspectiva ligeramente distinta, podría decirse que el deíctico es una categoría vacía, algo así como el significante flotante en la obra de Mauss tal como lo interpreta Lévi-Strauss. Mediante la deixis, el código puede adaptarse a contextos muy variados, por lo que permite la elaboración de una serie relativamente heterogénea de mensajes y se convierte en el vínculo más o menos directo del lenguaje con la historia.
Éste sería, al menos, el tipo de argumento propuesto por Jakobson cuando se le acusa de ignorar las dimensiones histórica y social del lenguaje, la poesía y el arte, y de apoyar el principio de l'art pour l'art. En defensa propia, y en defensa de los formalistas rusos (con quienes trabajó durante los años 20), Jakobson afirmó en los años 30 que ni él ni los demás formalistas rusos habían «proclamado jamás la autosuficiencia del arte» (5). Y continuaba diciendo que

Lo que hemos intentado demostrar es que el arte es una parte integrante de la estructura social, un elemento que interactúa con todos los demás y es transformable, puesto que tanto el terreno del arte como su relación con los demás constituyentes de la estructura social están en flujo dialéctico constante. Lo que defendemos no es la separación del arte, sino la autonomía de la función estética (6).

En resumen, lo que interesaba a Jakobson y sus colegas en la época no era la poesía, sino la función poética –o poeticidad– contenida en la diversidad de formas escritas y habladas. La «poeticidad» se convierte en una parte necesaria del estudio del lenguaje cuando se comprende que lenguaje y realidad –o palabras y cosas, signo y referente– no coinciden: en pocas palabras, que el significado en el lenguaje no está más que mínimamente asociado a la capacidad de referencia. Es importante el hecho de que Jakobson afirme después que esta antinomia fundamental entre lenguaje y realidad significa que «sin contradicción no hay movilidad de conceptos, no hay movilidad de signos, y la relación entre concepto y signo se automatiza. La actividad se interrumpe y la conciencia de la realidad se desvanece» (7).
Aunque para Jakobson, como para otros muchos autores, la poesía se inclina hacia el polo metafórico del esfuerzo lingüístico, fue el modelo sonoro de la poesía –y no el papel de la metáfora–, evidente por primera vez en las diferencias entre los modelos sonoros de las poesías checa y rusa, lo que empezó a estimular sus primeras investigaciones en este campo. Jakobson descubrió que la diferencia entre la poesía checa y la rusa residía en el ritmo. Desarrolló su «fonología» a partir del estudio del ritmo poético. En especial, al centrarse en el vínculo entre sonido y significado, Jakobson llegó a la conclusión de que entre ambos se encontraba la diferencia, lo que él pasó a denominar el «rasgo distintivo». O más bien, dado que el lenguaje es, a juicio de Jakobson, esencialmente un sistema de significados, el habla no está compuesta de sonidos, sino de fonemas: «Una serie de propiedades sonoras concurrentes que se utilizan en un lenguaje determinado para distinguir palabras de significado distinto» (8). Como esta noción de fonema sigue centrándose en las cualidades intrínsecas del elemento lingüístico –aunque apunta hacia el aspecto diferencial–, Jakobson empezó a usar el término «rasgo distintivo», presentado por primera vez en la obra de los lingüistas Bloomfieid y Sapir. Los rasgos distintivos son «las unidades más sencillas de discriminación del sentido, tales como la sonoridad, la nasalidad, etc.» (9). Estas «unidades de discriminación del sentido», que sólo se establecen en función de la diferencia, se vuelven esenciales en la elaboración del significado. Antes del trabajo de Jakobson en este campo, se pensaba que los fonemas eran semejantes a «átomos» de sonido que no requerían «opuestos». Un análisis posterior reveló que, si bien los fonemas en sí mismos no requieren opuestos, un rasgo distintivo siempre lo necesita. De modo que la diferencia entre fonemas, aparente mínima, pero en realidad crítica, constituye la distinción de significados entre boor (patán) y poor (pobre). Lo que distingue «boor» de «poor» es la diferencia entre /b/ y /p/; /b/ es semisonora y /p/ es sorda. En este ejemplo podemos ver un rasgo distintivo constituido por la diferencia entre rasgos sordos y sonoros. Los restantes fonemas de cada palabra pasan a ser redundantes. Con las palabras tome (tomo) y dome (cúpula), el rasgo distintivo es la /t/ aspirada frente a la /d/ no aspirada. En resumen, el hecho de que la diferencia entre /p/ y /b/, o entre /t/ y /d/, y otros fonemas que presentan una ambigüedad potencial semejante, aparezcan dentro de un texto en estrecha cercanía, es menos importante que el hecho de que existan dentro del universo lingüístico, y ese significado depende de que la discriminación entre ellos sea verdaderamente clara. Así, cuando un hablante de inglés americano se enfrenta a dos nombres como Bitter y Bidder (10), la diferencia entre /t/ y /d/ se vuelve crucial a la hora de oírlos correctamente, mientras que, cuando aparecen aislados, ambos sonidos se pronuncian frecuentemente de la misma forma.
En relación con la teoría de los rasgos distintivos de Jakobson resulta más controvertida su afirmación de que en todas las lenguas están presentes los mismos rasgos, y que constituyen una categoría de invariables lingüísticas: «La lista de rasgos distintivos que existen en las lenguas del mundo es enormemente limitada, y la coexistencia de rasgos dentro de una misma lengua está restringida por las leyes de inferencia» (11). A partir de aquí, los rasgos distintivos se convierten en una de las invariables del sistema de comunicación.
Los sonidos del lenguaje también constituyen la base para la teoría de la poética de Jakobson. Pero, una vez más, el término «sonido» resulta equívoco cuando se examina el enfoque de nuestro autor. Como el sonido es una entidad puramente física, Jakobson prefiere comparar el habla a la música, que «impone una escala graduada a la materia sonora», mientras que «el lenguaje le impone la escala dicotómica que no es más que un corolario del papel puramente diferencial de las entidades fonémicas» (12).
En su estudio de la práctica poética, Jakobson fue un pionero al indicar de qué modo figuraban en la producción de poesía las oposiciones de todo tipo (oposiciones fonémicas, la oposición entre sonido y visión, las oposiciones de tono y ritmo, etc.), pero especialmente las oposiciones entre consonantes. Fue asimismo uno de los primeros en destacar la importancia del ritmo en la poesía de los rusos Mayakovski y Khlebnikov. Pocos lingüistas, antes o después de él, han analizado la poesía con tal grado de explicación de las estructuras en el discurso poético. En este aspecto, Jakobson reunió las dimensiones «literaria» y «lingüística global» a través de una noción de estructura que ligaba una con otra. En una conferencia pronunciada en 1958, Jakobson afirmaba:

Creo que se ha tomado, erróneamente, la incompetencia poética de ciertos lingüistas llenos de prejuicios por una insuficiencia de la ciencia lingüística. Sin embargo, todos nosotros nos damos claramente cuenta de que un lingüista que permanezca sordo a la función poética del lenguaje, y un estudioso de la literatura que sea indiferente a los problemas lingüísticos y no esté familiarizado con sus métodos, son anacronismos igualmente flagrantes (13).

No obstante, pese a todas sus innovaciones, Jakobson siguió encerrado, en cierto modo, dentro del marco fenomenológico del lenguaje que le había influido en sus primeros años de profesión. Como consecuencia, nunca dejó de considerar que el modelo más pertinente de lenguaje era la transmisión de un mensaje entre un emisor y un receptor. Aunque destacó en repetidas ocasiones la necesidad de tener en consideración el papel (activo) del emisor en el circuito de la comunicación, además del del receptor (pasivo), sigue siendo cierto que emisor y receptor –entidades psicológicas, más que lingüisticas– constituyen los elementos indispensables del sistema. El principal problema de este modelo es que no reconoce que el lenguaje no es propiedad de un emisor hipotético y un receptor hipotético, sino que es un hecho fundamentalmente social; es decir, sólo puede entenderse adecuadamente como sistema, que es la condición previa para la individualidad.
Además, aunque Jakobson resultó fundamental a la hora de llamar la atención sobre el ritmo y el sonido de la poesía, no vio que dichos aspectos fueran, en absoluto, un desafío a la comunicabilidad y significación ideales de la expresión lingüística. El ritmo reforzó, incluso, su concepto de lenguaje como comunicación. En comparacion con autores como Barthes y Kristeva, que destacan respectivamente la polisemia y la semiótica, y para quienes la noción de lenguaje como medio de comunicación exclusivamente resulta problemática, Jakobson parece estar, con frecuencia, enfrentado con su psicologismo. Éste contradice, en ocasiones, el esfuerzo de Jakobson por analizar lingüísticamente los fenómenos lingüísticos.


NOTAS

<!--[if !supportLists]-->1.     <!--[endif]-->Roman Jakobson, Selected Writings. VI: Early Slavic Paths and Crossroads, ed. de Stephen Rudy, La Haya, París, Mouton, 1985, pág. 85.
<!--[if !supportLists]-->2.     <!--[endif]-->Ibíd.
<!--[if !supportLists]-->3.     <!--[endif]-->Ibíd.
<!--[if !supportLists]-->4.     <!--[endif]-->Roman Jakobson, «Shifters, verbal categories and the Russian Verb», en Selected Writings. II: Word and Language, ed. de Stephen Rudy, La Haya, París, Mouton, 1971, págs. 130-131.
<!--[if !supportLists]-->5.     <!--[endif]-->Roman Jakobson, «What is poetry?», en Setected Writings. III: The Poetry of Grammar and the Grammar of Poetry, ed. de Stephen Rudy, La Haya, París, Mouton, 1980, pág. 749.
<!--[if !supportLists]-->6.     <!--[endif]-->Ibíd., págs. 749-750.
<!--[if !supportLists]-->7.     <!--[endif]-->Ibíd., pág. 750.
<!--[if !supportLists]-->8.     <!--[endif]-->Roman Jakobson, Selected Writings. I: Phonological Studies, ed. de Stephen Rudy, La Haya, París, Mouton, 1971, pág. 636.
<!--[if !supportLists]-->9.     <!--[endif]-->Roman Jakobson y Krystyna Pomorska, Dialogues, Cambridge, Cambridge University Press, 1983, pág. 25.
<!--[if !supportLists]-->10. <!--[endif]-->Véase Jakobson, Selected Writings. I, pág. 462.
<!--[if !supportLists]-->11. <!--[endif]-->Jakobson y Pomorska, Dialogues, pág. 87.
<!--[if !supportLists]-->12. <!--[endif]-->Jakobson, Selected Wtitings. I, página 423.
<!--[if !supportLists]-->13. <!--[endif]-->Ibíd., pág. 51.


PRINCIPALES OBRAS DE JAKOBSON

Selected Writings, La Haya, París, Mouton, vols.  I-VI, ed. de Stephen Rudy:
I.    Phonological Studies, 1971.
II.   Word and Language, 1971.
III.  The Poetry of Grammar and tbe Grammar of Poetry, 1980.
IV.  Slavic Epic Studies, 1966.
V.   On Verse, Its Masters and Explorers, 1978.
<!--[if !supportLists]-->VI.              <!--[endif]-->Earty Slavic Paths and Crossroads, Part One and Part Two, 1985.
Six Lectures on Sound and Meaning, Cambridge, Mass., MIT Press, 1978.
The Sound Shape of Language (con Linda Waugh), Bloomington, Indiana, Indiana University Press, 1979.
The Framework of language, Ann Arbor, Michigan, Michigan Slavic Publications, 1980.


OTRAS LECTURAS

HOLENSTEIN, Elmar, Roman Jakobson's Approach to Language, Bloomington, Indiana, Indiana University Press, 1974.

STEINER, Peter, Russian Formalism: A Metapoetics, lthaca, Nueva York, Cornell University Press, 1984.

WAUGH, Linda, Roman Jakobson's Science of Language, Bloomington, Indiana, P. de Ridder, 1976.

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