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viernes, 2 de noviembre de 2012

García Canclini, Néstor




   Nació en La Plata, Provincia de Buenos Aires, el 1 de diciembre de 1939. Doctor en Filosofía por las universidades de Buenos Aires y La Plata. Antropólogo. Desde 1976 reside en México, donde es docente e investigador en la Universidad Autónoma Metropolitana. Ha sido profesor en las universidades de Buenos Aires, Sao Paulo, Barcelona, Stanford y Austin. Recibió el Premio Casa de las Américas por su libro Las culturas populares en el capitalismo y el Premio de la Latin American Studies Association por Culturas híbridas como mejor libro sobre América Latina publicado en el período 1990-1992.

   Difícilmente puede entenderse la obra de un autor, sus preferencias y obsesiones teóricas, sus marchas y contramarchas, continuidades y rupturas sin referirla al contexto histórico cultural en el cual vive y piensa.
Característica exasperada en el caso de los intelectuales latinoamericanos que han combinado la vocación científica con las urgencias del compromiso político, la pasión por la teoría con las necesidades de la praxis, intentando con mayor o menor fortuna –épica, dramática o tragicomedia mediante– conjugar los aspectos universales del pensamiento con la especificidad de la propia singularidad histórica.
En esta perspectiva, Néstor García Canclini procura evitar las simplificaciones y errores propios de un pensamiento que, si se adhiere a las verdades universales de algún sistema teórico "consagrado", recae en el "deductivismo" que interpreta los fenómenos concretos y singulares en términos de meros "efectos" resultado de la "aplicación" de aquéllos. Y si se juega por captar lo singular más allá y por fuera de la compleja trama de las interrelaciones históricas, corre el riesgo de quedar atrapado por las estrategias "inductivistas" del relativismo cultural, compartidas por nacionalismos y populismos varios.
Por cierto, García Canclini desempeña un rol protagónico en el desarrollo de las ciencias sociales latinoamericanas de las tres últimas décadas, particularmente en el área de la cultura. En diálogo y permanente tensión con el marxismo y con el idealismo ilustrado y/o romántico, tanto como con las pretensiones cuasimonopolistas de la sociología, la antropología, y los estudios comunicacionales, opta por construir su perfil intelectual en el cruce de todas estas perspectivas –y algunas otras–, que constituyen el ámbito transdisciplinario de los estudios culturales.
Sociólogos, antropólogos y comunicólogos, historiadores, filósofos, críticos literarios y de arte –entre ellos R. Williams, R. Hoggart, E. P. Thompson, L. Althusser, M. Godelier, A. Cirese y L. Satriani– constituyen sus fuentes e interlocutores en la reelaboración del concepto de cultura popular en Latinoamérica. Sin olvidar a los "precursores" consagrados: Gramsci y Bourdieu, pioneros dentro del marxismo al abordar la cultura como un campo de sentido propio, con cierta autonomía, más allá de la teoría del reflejo y del determinismo cuasimecánico con que el materialismo histórico había encarado sus relaciones con la economía.
Continuidad y ruptura caracterizan el pensamiento de García Canclini: por un lado, la constelación conceptual en torno a la problemática de lo popular opera persistentemente como hilo conductor en su pensamiento, más allá de las reconfiguraciones propias de cada etapa.
Por otro, la necesidad de superar el dogmatismo de los paradigmas teóricos vigentes y el fracaso de las disciplinas que pretenden dar cuenta de la complejidad de lo real desde enfoques epistemológicos aislados y unilaterales, tanto como la permanente reflexión acerca de los cambios operados en las últimas décadas en el campo cultural, autorizan a señalar discontinuidades y rupturas en su pensamiento. Ruptura que trasciende lo meramente personal, para inscribirse en el horizonte epocal de "fin de siglo" y la emergencia de lo posmoderno: deconstrucción y fragmentación del sujeto, crisis de los metarrelatos, de las filosofías de la historia y del pensamiento utópico, configuración de una cultura globalizada, sincrética y efímera.
La primera etapa del pensamiento de García Canclini, que se prolonga hasta la publicación de Culturas híbridas, está atravesada por solicitudes contrapuestas: por un lado, la necesidad de elaborar una teoría marxista de la cultura, a partir de la convicción de que el materialismo histórico es la teoría de mayor poder explicativo en la investigación social. Por el otro, asumir que no hay una teoría de Marx sobre la cultura, y pretender edificarla más allá de las desafortunadas metáforas del reflejo y de la superestructura.
A fin de superar estos límites, acude a una perspectiva interdisciplinaria. La semiótica, el psicoanálisis, la comunicación, el interaccionismo simbólico y la sociología de la cultura le aportan elementos para formular hipótesis intermedias en el paso de lo económico a lo ideológico y viceversa, para construir un concepto global de superestructura que articule discursos de diferentes ciencias sociales y para evitar los esquematismos tradicionales en el enfoque de las relaciones entre individuo y sociedad.
Buena parte de sus investigaciones apuntan a reformular la teoría del arte desde las ciencias sociales, sometiendo las hipótesis globales sobre arte latinoamericano a investigaciones empíricas particulares. Tradicionalmente abordado desde las "humanidades" y definido su objeto como "obra", son pocas las investigaciones sociológicas sobre fenómenos estéticos en América Latina que se interesan por las estructuras sociales de la producción artística (organización del mercado de arte, tendencias del gusto según la clase y la educación del público, etc.). Los trabajos de García Canclini sobre la correlación entre desarrollo socioeconómico y vanguardias artísticas latinoamericanas en los años sesenta y setenta ponen de manifiesto el interés por el problema de las mediaciones y por las articulaciones entre estructura económica, campo cultural y movimientos artísticos.
Bourdieu y Gramsci proporcionan a García Canclini las herramientas conceptuales necesarias para evitar las incomodidades teóricas del marxismo sin tener que abandonarlo. Una y otra vez señala los aportes de la sociología de la cultura, orientados por la teoría de la reproducción de Bourdieu y los de la sociología política de inspiración gramsciana, que introducen la perspectiva de lo político en el abordaje de la cultura popular.
Mientras que la primera sostiene que ésta puede ser entendida como resultado de la apropiación desigual de los bienes económicos y simbólicos por parte de los sectores subalternos –reservando toda iniciativa a los grupos dominantes–, la sociología política pretende corregir los excesos del reproductivismo mediante la teoría de la hegemonía, reconociendo la existencia de espacios donde los sectores subalternos desarrollan prácticas no siempre funcionales para el sistema.
Sin embargo, el lastre de un concepto de lo popular definido a partir del concepto de clase, de su correspondiente épica y de su vínculo con la economía, tanto como la preeminencia de un análisis centrado en la producción y reproducción, que interpreta los fenómenos culturales en términos de "efectos" y relaciones polares de hegemonía y subalternación, difícilmente pueda dar cuenta de la heterogeneidad e hibridez propias de la modernidad latinoamericana. Esta circunstancia, sumada a los cambios políticos, ideológicos y teóricos operados en el contexto internacional y nacional explican el abandono progresivo de los paradigmas basados en la dominación y en el concepto compartimentado, pasivo y subalterno de lo popular.
Por cierto que reproductivistas y gramscianos tienen el mérito de cuestionar las posiciones populistas y románticas que conciben el pueblo como un todo homogéneo y autónomo –tanto como de flexibilizar la interpretación ortodoxa de las relaciones entre infraestructura y superestructura– pero "cometen el error de mirar la vida cotidiana desde esas teorías macro y sólo ver lo que entra en ellas."
Hay que ir más allá de Gramsci para comprender que, además de batallas y luchas por la hegemonía, hay complicidad y autonomía en las relaciones sociales. Más allá de Bourdieu para explicar cómo se reorganiza la dialéctica entre la divulgación y la distinción "cuando los museos reciben a millones de visitantes y las obras literarias clásicas o de vanguardia se venden en supermercados o se convierten en vídeos".
Es en Culturas híbridas donde se opera la definitiva relativización de los paradigmas desarrollistas y dependentistas, marxistas y neomarxistas –Bourdieu y Gramsci incluidos–. (Operación teórica que Consumidores y ciudadanos confirma.)
En su reinterpretación de la historia del concepto, García Canclini explica de qué modo lo popular deja de ser identificado con lo excluido y preexistente, lo premoderno y subsidiario, para ser escenificado por distintas disciplinas que pondrán de relieve su heterogeneidad y su carácter construido. Durante décadas, los antropólogos se especializaron en el conocimiento de las culturas arcaicas, tradicionales y locales, criticando la modernización y esquematizando cierto concepto de lo popular, mientras que los sociólogos, desde sus enfoques "macro", condenaron el "atraso" de las culturas tradicionales, por constituir verdaderas rémoras y obstáculos para el desarrollo. Fue en años recientes cuando, con la crisis de los modelos modernizadores y del cambio social, los sociólogos comenzaron a conceptualizar la cultura popular en términos de la articulación entre hegemonía y consenso.
Sin embargo, hay que ir, también, más allá de la antropología y de la sociología. Ya que, si bien García Canclini reconoce la fecundidad y complementariedad de sus aportes –por enfatizar la diversidad y desenmascarar el etnocentrismo cultural, en un caso, y referir las identidades locales a las instancias macrosociales de los mercados internacionales, en el otro–, considera necesario reinscribir la oposición tradición-modernidad en el contexto de la globalización posmoderna y de la perspectiva transdisciplinaria.
¿Cómo se redefine, finalmente, lo popular en América Latina? Como culturas híbridas. Conglomerados heterogéneos multitemporales, gestados por tradiciones y memorias diversas y desiguales, modernidades múltiples e innovaciones truncas (basta mencionar la convivencia de lo indígena, la colonización hispana y las múltiples oleadas inmigratorias), identificados por elementos procedentes de diversas clases y naciones, cuyo resultado es, hoy, el ambiguo, contradictorio pero fascinante cruce entre lo popular, lo culto y lo masivo. Estilos que se mestizan de forma sorprendente en Latinoamérica, para dar lugar a experiencias donde "lo erudito convive con lo masivo, lo popular y tradicional con lo transnacional y donde los procesos modernizadores disminuyen el papel de lo culto y popular tradicional en el mercado simbólico sin suprimirlo."
La deconstrucción del concepto de lo popular en términos de "conglomerado heterogéneo de grupos sociales" no tiene ya el sentido unívoco de un concepto científico, sino el "valor ambiguo de una noción teatral". "Lo popular designa las posiciones de ciertos actores, las que lo sitúan ante lo hegemónico, no siempre bajo la forma de enfrentamientos."
De este modo se consuma un decisivo viraje conceptual: no todo lo producido por el pueblo es "contrahegemónico". Los cruces entre lo culto y lo popular no pueden explicarse sólo desde el paradigma de la dominación, y la contundencia de la hibridación pone de manifiesto la insuficiencia de plantear las cuestiones del poder sólo desde el registro de los enfrentamientos y de las acciones verticales.
Para caracterizar lo popular hay que abandonar a la épica que piensa al pueblo como "la masa social compacta que avanza incesante y combativamente hacia un porvenir renovado", y recurrir a la tragicomedia. Apoyándose en Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini cree ver en el melodrama el género popular por excelencia, puesto que en él se juega la lucha por el reconocimiento.
Finalmente, sostener cierto grado de autonomía en la creación cultural no significa postular su independencia ni abandonar la pretensión de elaborar estrategias para reinsertar la cultura y el arte en movimientos sociales y proyectos colectivos. En este sentido, García Canclini renueva su compromiso político a partir de la esperanza depositada en los nuevos movimientos sociales, junto a los cuales "cada especialista escribe sobre lo popular para preguntarse cómo re-construirlo".
A la vez que manifiesta sus críticas y desacuerdos con los proyectos de democratización y socialización de la cultura y del arte que en los años sesenta y setenta pretendieron borrar en Latinoamérica la distinción entre artista y espectador, y reconvertir los mensajes artísticos en función de públicos masivos, partiendo del supuesto de que todo espectador es un artista reprimido o discriminado, García Canclini advierte un componente autoritario en la pretensión de "democratizar" la cultura a ultranza, igualando sobre la base de la homogeneización y anulando la distancia entre productor y receptor.
En vez de limitarnos a indagar la modernidad de quienes emiten, comunican y reelaboran los mensajes, se trata de introducir un cambio metodológico que acentúe la perspectiva del receptor/consumidor en términos de productor de sentido, y reconociendo el carácter asimétrico de ambas posiciones. García Canclini reitera una y otra vez que poco y nada sabemos, en concreto, de los fenómenos de consumo cultural, más allá de los sondeos cuantitativos de mercado y opinión. Y sin embargo sabemos que en las relaciones entre públicos y bienes culturales radica la clave para comprender la cultura contemporánea.
Perspectiva ésta reafirmada en los ensayos que constituyen Consumidores y ciudadanos, en los cuales la dualidad conceptual pueblo/popular es sustituida por el par sociedad civil/movimientos sociales, acentuándose la acción resemantizadora del "consumidor", erigido, ahora, en privilegiado sujeto cultural de fin de siglo, de quien se espera, también, que constituya un nuevo modelo de ciudadano.



Bibliografía:  

Arte popular y sociedad en América Latina, 1977. 
La producción simbólica. Teoría y método en sociología del arte, 1979. 
Las culturas populares en el capitalismo, 1982. 
Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, 1992.
Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización, 1995. 
La globalización imaginada, 1999. 
Latinoamericanos buscando lugar en este siglo, 2002. 
Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la interculturalidad, 2004. 
Lectores, espectadores e internautas, 2007. 
La sociedad sin relato. Antropología y estética de la inminencia, 2010.


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