París, Francia,
1925. Entre 1944 y 1948 estudia filosofía en la Sorbona. Enseña en
los liceos de Amiens, Orléans y Louis Le Grand, y luego en la Sorbona y en la Universidad de Lyón.
En 1968 publica su tesis principal (Diferencia
y Repetición) y su tesis secundaria (Spinoza
y el problema de la expresión). En 1969 conoce a Félix Guattari, con quien
comienza a trabajar en colaboración. En 1987 se retira de la actividad
académica después de enseñar en París VIII-Vincennes. Fallecido en 1995.
Deleuze traza un
itinerario absolutamente singular en una época en la que el marxismo, el
psicoanálisis, el estructuralismo, la fenomenología y el pensamiento de
Heidegger son extraordinariamente influyentes. Sus escritos iniciales están
dedicados a la Historia
de la Filosofía,
estudiando en ellos a Hume, Kant, Bergson, y fundamentalmente a Spinoza y
Nietzsche, autores que operan como hilo conductor de su obra filosófica. Los
trabajos que consagra a otros pensadores están dirigidos de manera especial a
lo no dicho de sus pensamientos más que a la exégesis pura de lo dicho, lo cual
los transforma en obras de densidad filosófica propia.
Partiendo de la crítica formulada
por Kant en la
Dialéctica Trascendental,
Deleuze afirma, dentro de un empirismo
trascendental, que ninguna experiencia puede afirmar un yo sustancial
idéntico a sí mismo, una totalidad de cosas y una causa primera para esta
última. La filosofía procura por lo general construir un orden, fijar lugares y
jerarquizar las cosas. Pero ya en Diferencia
y Repetición, Deleuze organiza la distribución del ser de modo nómada, con
ausencia de un arché, con elementos
organizados anárquicamente. Esta visión se opone a la clásica organización
sedentaria del mundo, con un principio rector an-hipotético, con una
distribución jerarquizada y con un rango interno que se adquiere en función de
la distancia de las cosas con el primer principio. Esta última es, para
Deleuze, la postura de la filosofía de la representación -caracterizada por las
nociones de identidad, analogía, oposición y semejanza, nociones clave del
principio de razón suficiente, que es una filosofía de la duplicación, para la
cual encontrar sólo es, como el prefijo indica, re-encontrar, en base a un
modelo preexistente: conocer es recordar, partir es retornar. La supresión del
dualismo, en cambio, es la inclinación hacia lo infinitesimal, hacia las
diferencias internas que no son ya contra-dicciones
sino vice-dicciones, el salto -si
cabe- de Hegel a Leibniz.
Deleuze entiende la filosofía
fundamentalmente como crítica, como
empresa de desmitificación al estilo nietzscheano, y como creación de
conceptos. Busca un pensar sin imagen, no representativo, expresivo, sin
fundamento, intensivo, unívoco -y por lo tanto no categorial, no distributivo
ni dividido- en la línea de Duns Scoto, Spinoza y Nietzsche.
La noción de diferencia, para
Deleuze, no está mediatizada por la representación, como sucede en la historia
del pensamiento desde Aristóteles a Hegel. La diferencia no es conceptual: no
es esclava del concepto de identidad, ni es una especificidad dentro de lo
genérico.
Hegel desnaturaliza lo inmediato y
funda su dialéctica sobre ello. Para Deleuze, en cambio, la esencia del
movimiento no es oposición ni mediación, sino repetición. La diferencia es definida como el ser de lo sensible comprendido como múltiple; es diferencia entre
intuición y concepto -noción que aparece en Kant-, no diferencia de conceptos o
identidades entre sí. Así, la filosofía será dialéctica o empirista según como
piense la diferencia entre intuición y concepto: la dialéctica la pensará como
una diferencia conceptual, la empirista como no conceptual. La repetición
deleuziana, en oposición a las filosofías de la generalidad, no será repetición
de lo idéntico, sino diferencia sin
concepto, sin identidad.
Deleuze critica la idea de identidad
como una ilusión óptica producida por la diferencia originaria, y hace de la
diferencia una noción intensiva más que extensiva. Piensa la diferencia sin
subordinación a la identidad; no la piensa bajo el signo no-A: hay diferencia
en el ser y sin embargo nada negativo.
Éste es uno de los aspectos más fuertemente antihegelianos de su pensamiento,
de matriz nietzscheana. Otro aspecto es el rechazo del todo, del sujeto
universal reemplazado por la singularidad y por la idea de voluntad como
afirmación. Esta afirmación nada debe a la negación: no es oposición ni fruto
de ella. La comprensión de la diferencia como afirmación se encuentra ya en
Spinoza -príncipe de los filósofos para Deleuze-, para quien la univocidad del
ser adquirirá un sentido de afirmación pura en una sorprendente anticipación a
Nietzsche. Siguiendo a Duns Scoto y a Spinoza, para Deleuze tampoco hay
división del ser: las cosas se dispersan como una tribu en un ser unívoco, no
compartido, en el que cada uno ocupa el lugar que puede. En Spinoza, las distinciones reales nunca son numéricas,
sino cualitativas, y las distinciones numéricas no son reales, sino sólo
modales. Para Deleuze, la diferencia tampoco ser negación ni diversidad, ya que
lo diverso esta dado, y la diferencia es aquello
mediante lo cual lo dado es dado como diverso. En este sentido, el pensar
de la diferencia en Deleuze está próximo a su interpretación del eterno retorno
nietzscheano.
Lógica
del sentido, por su parte, nos propone una teoría del sentido como
acontecimiento en el triple plano lógico, ontológico y psicoanalítico. En
efecto, el sentido aparece, desde la perspectiva lógico-lingüística, como
aquella cuarta dimensión de la proposición que insiste en ella y articula las
palabras y las cosas, en tanto que es lo expresado de la proposición y el
atributo del estado de cosas. En consecuencia, es coextensivo con el lenguaje y
aparece como efecto de los estados de
cosas, y como tal incorporal, extra ser que se da en la superficie de articulación de cuerpos y
proposiciones. Asimismo, el sentido-acontecimiento se manifiesta en el
infinitivo -impa-sible y neutro-, el cual alude a su peculiar temporalidad, que
Deleuze identifica con el Aion estoico
como línea que divide infinitamente todo presente en pasado-futuro.
Tras plantear la génesis ontológica
en la que el sentido-acontecimiento se efectúa en un estado de cosas, basándose
en la noción de composibilidad de Leibniz, Deleuze parte de conceptos
psicoanalíticos tomados de Freud, Melanie Klein y Lacan respecto de los
estadios de constitución de la subjetividad, estableciendo la génesis que hace
surgir el lenguaje y la superficie metafísica del pensamiento desde las
profundidades del cuerpo. En este sentido, al identificar la línea del
sentido-acontecimiento con el trazado de la castración, en el nivel de la
sexualidad, y la grieta del pensamiento en el nivel de la superficie incorporal
metafísica, el pensamiento aparece como instinto de muerte bajo su aspecto
especulativo.
Asimismo plantea el papel
fundamental que en el proceso de configuración del pensamiento y la sexualidad
juega el fantasma, como fenómeno
doble que relaciona castración exterior con desexualización interior, y que
consiste en la repetición de dos series de simulacros (una actual y otra
pasada) que resuenan entre sí y de las cuales una nunca fue actual sino
virtual, pero llega al presente a pesar de no haber existido nunca en el
pasado.
Los conceptos de acontecimiento y
fantasma resultan especialmente importantes, pues establecen un paralelismo con
los de diferencia y repetición. En efecto, los acontecimientos son siempre
diferentes, por lo cual el surgir de la diferencia siempre se produce mediante
un acontecimiento. A su vez, el fantasma está ligado, como se dijo, a la
repetición de acontecimientos; es lo que resuena en los acontecimientos reales
poniéndolos en relación con los simulacros virtuales. Tanto como el fantasma es
lo virtual que resuena en la serie de los acontecimientos, la repetición es lo
que produce la diferencia como tal.
La colaboración de Deleuze con el
psicoanalista Félix Guattari -que se materializó en varios volúmenes- implica
una ampliación y una transformación de su filosofía, ya que si bien continúa y
profundiza la tarea de elaborar un pensamiento materialista, unívoco,
antidialéctico, intensivo y basado en el flujo descentrado de las diferencias,
por un lado se diversifican los problemas por el planteados -ya que a los temas
principalmente ontológicos, lógicos y críticos de sus libros anteriores, se
suma un análisis del mundo moderno que puede entenderse como una filosofía de
la historia, una política y una teoría del poder y del Estado-, y por otro, se
modifican conceptos centrales de su base epistemológica. En efecto, en El anti-Edipo ambos autores emprenden
una crítica del concepto freudiano y lacaniano de inconsciente desde la
categoría marxista de producción. El
inconsciente, en consecuencia, no aparece ya como un "teatro",
liberándose de la categoría de la representación y del dominio del significante
despótico , sino que aparece como una fábrica.
Para llegar a esta concepción maquínica de un inconsciente productivo y social,
es preciso, ante todo, destronar a Edipo de su lugar central y estructurante,
"desedipizar" el inconsciente, ya que la sumisión de la sexualidad y
la totalidad de los fantasmas inconscientes al familiarismo edípico suponen la
represión de la producción inconsciente ejercida por la sociedad. Como el
psicoanálisis edípico e idealista se ha hecho cómplice de tal represión,
Deleuze-Guattari proponen un esquizoanálisis
trascendental y materialista -vinculado a la anti-psiquiatría de los años
sesenta-, el cual, apoyándose en la concepción del deseo como productor, cuya
acción se concreta a través de máquinas
deseantes, y en la afirmación del carácter social y político de los
fantasmas inconscientes, se plantea como tarea crítica la desedipización y
desterritorialización del inconsciente, y como tarea positiva descubrir las
investiduras libidinales del campo social, distinguiendo en los momentos
sociales la investidura libidinal inconsciente de grupo o de deseo, y la
investidura inconsciente de clase o de interés.
En íntima relación con dicha
concepción molecular, productiva y social del inconsciente, Deleuze-Guattari
trazan en este mismo libro su concepción de la historia, que dividen en tres
formaciones históricas que responden a tres tipos de máquinas sociales
sucesivas, esto es, la máquina territorial primitiva, la máquina despótica
bárbara y la máquina capitalista descentralizada, en las que se registran
funcionamientos específicos y diferenciados del poder según los movimientos
básicos de territorialización/desterritorialización y
codificación/descodificación entre los elementos de producción/inscripción: las
máquinas deseantes y el Cuerpo sin Organos. Este último concepto -tomado de
Artaud y que había aparecido antes en Lógica
del sentido como configuración del yo en la posición esquizoide de
constitución del sujeto- adquiere un valor de anti-producción que lo opone al de máquina deseante, pero que
volverá a transformarse en la segunda parte de Capitalismo y esquizofrenia, donde se vuelve positivo al
reinterpretarse desde el punto de vista de la sustancia spinoziana.
Porque en Mil mesetas Deleuze-Guattari hacen una propuesta ontológica
múltiple, rizomática y nómada, en la que se reanuda de manera implícita la
tarea emprendida en Lógica del sentido
y Diferencia y repetición, pero
radicalmente reorganizada por las modificaciones categoriales del anti-Edipo y enriquecida por la
incorporación de conceptos tomados del arte -de la música a la literatura- y de
las ciencias -de la botánica a la lingüística-, y si bien por su complejidad y
amplitud resulta imposible sintetizar los aportes de este libro, cabe referirse
a su configuración. En concordancia con la voluntad de pensar la multiplicidad,
de producir un pensamiento nómada, se trata de un libro-rizoma, es decir una multiplicidad atravesada por líneas de
segmentariedad que la estratifican y territorializan en "mesetas"
teóricas, regiones continuas de intensidad que vibran sobre sí mismas y entran
en relación con diferentes zonas exteriores (la sexualidad, la naturaleza, el
animal, el artificio, el lenguaje), pero también recorrida por líneas de
desterritorialización o fuga por las que escapa sin cesar y forma círculos de
convergencia. A su vez, las diferentes relaciones de las mesetas con zonas
exteriores hacen que el tipo de operación de pensamiento correspondiente a cada
una pueda llamarse rizomática, esquizoanálisis, estratoanálisis, pragmática o
micropolítica, respectivamente.
Dichas mesetas teóricas no tienen
contornos definidos y establecen una serie de resonancias seriales entre sí que
permiten relacionar los modelos ontológicos que presentan. De éstos, al margen
del modelo del rizoma, es importante mencionar el que concibe al mundo como
susceptible de dos lecturas: una extensiva que agrupa individuos en estratos, y otra intensiva que reparte
intensidades en el plano-plan de consistencia, formado por el conjunto de
todos los cuerpos sin órganos. En la lectura extensiva, el conjunto de los
estratos configura una única Mecanosfera; en la intensiva, la gran Máquina
Abstracta esta formada por infinidad de dispositivos concretos, multiplicidades
y devenires de carácter pre-individual y pre-personal.
Las obras que Deleuze consagra a la
pintura y al cine son también obras filosóficas. Para este autor, el concepto
tiene otras dimensiones: el percepto y el afecto, que ligan el arte con la
filosofía. Los perceptos no son percepciones: son paquetes de sensaciones y
relaciones que sobreviven a quien las experimenta. Los afectos no son
sentimientos: son devenires que desbordan a quien transita por ellos.
En ¿Qué es la Filosofía?,
Deleuze y Guattari señalan que esta disciplina, cuya tarea consiste en crear
conceptos, supone una coexistencia de planos a los cuales referirse, más que
una sucesión de sistemas. Los autores
llaman a esto plano de inmanencia, instancia prefilosófica,
horizonte absoluto, indivisible y poblado de conceptos. No es en sí un concepto
pensado ni pensable, sino la imagen del pensamiento que éste se da, de lo que
significa pensar y orientarse en el pensamiento.
Bibliografía:
Empirisme et
Subjetivité: essai sur la nature humaine selon Hume, 1953
(trad. esp., Empirismo y Subjetividad, 1977).
Nietzsche et la Philosophie,
1962 (trad. esp., Nietzsche y la
filosofía, 1971).
La Philosophie critique de Kant, 1963 (trad. esp. en Spinoza, Kant, Nietzsche, 1974).
Proust et les
signes, 1964 (trad. esp., Proust y los signos, 1972).
Nietzsche, 1965 (trad. esp. en Spinoza, Kant, Nietzsche, 1974).
Le Bergsonisme, 1966
(trad. esp., El bergsonismo, 1987).
Presentation de
Sacher-Masoch: la Vénus
à la fourrure, 1967 (trad. esp., Presentación
de Sacher-Masoch, 1974).
Spinoza et le problème de l'expression, 1968 (trad. esp., Spinoza y el problema de la expresión, 1975).
Différence et
Répétition, 1969 (trad. esp., Diferencia
y Repetición, 1988).
Logique du sens, 1969 (trad. esp., Lógica del sentido, 1971).
Spinoza, 1970 (trad. esp. en Spinoza, Kant, Nietzsche, 1974); nueva ed. revisada, Spinoza: philosophie pratique,
1981 (nueva trad. esp., Spinoza: filosofía práctica, 1984).
L'anti-OEdipe: capitalisme et schizophrénie, 1972, con Félix Guattari (trad. esp., El anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia,
1973).
Kafka, pour une
littérature mineur, 1975 (trad. esp., Kafka, por una
literatura menor, 1978).
Rizhome. Introduction, 1976, con Félix Guattari (trad. esp., Rizoma. Introducción, 1977). Politique
et psychoanalyse, 1977 (con
Félix Guattari).
Dialogues, 1977, con Claire Parnet (trad.
esp., Diálogos, 1980).
Sovrapposizioni, 1978, con Carmelo Bene.
Superpositions, 1979
(versión francesa de la ed. anterior).
Mille plateaux:
capitalisme et schizophrénie, 1980, con Félix Guattari (trad. esp., Mil mesetas: capitalismo y esquizofrenia, 1988).
Francis Bacon:
logique de la sensation, 1981.
Cinèma I:
l'Image-Mouvement, 1983 (trad. esp., Estudios sobre
cine, I. La
Imagen-Movimiento,
1984).
Cinéma II:
l'Image-Temps, 1985 (trad. esp., Estudios sobre el cine, II: La Imagen-Tiempo,
1987).
Foucault, 1986
(trad. esp., Foucault, 1987).
Périclès et Verdi: la philosophie de François Châtelet, 1988 (trad. esp., Pericles
y Verdi: la filosofía de F. Châtelet, 1989).
Le Pli: Leibnitz
et le Baroque, 1988 (trad.
esp., El Pliegue: Leibnitz y el Barroco, 1989).
Pourparlers: 1972-1990, 1990 (trad. esp., Conversaciones, 1995).
Qu'est-ce que la philosophie?, 1991, con Félix Guattari (trad.
esp., ¿Qué es la filosofía?,
1993).
Quad, 1992 (con Samuel Beckett).
Critique et Clinique,
1993 (trad. esp., Crítica y clínica, 1996).
Link al libro "La imagen-movimiento":
ResponderEliminarhttps://www.medicinayarte.com/audio/biblioteca_virtual_deleuze_la_imagen_movimiento_estudios_sobre_cine.pdf
Link al libro "La imagen-tiempo":
https://www.medicinayarte.com/img/deleuzeestudios_sobre%20_cine%202_la%20imagen-tiempo.pdf