Mijaíl Bajtín es, según algunas opiniones, uno de los grandes
teóricos de la literatura del siglo xx (1). Tanto el alcance histórico de su
obra como las condiciones políticas en las que escribió (especialmente la
represión política bajo Stalin) han hecho de él un filósofo social de cierta
magnitud.
Nacido en Oriol el 17 de noviembre de 1895, Bajtin se licenció en lenguas
clásicas y filología en la universidad de Petrogrado en 1918. Debido
fundamentalmente a motivos políticos, vivió gran parte de su vida en una
oscuridad autoimpuesta y aceptó en 1936 una cátedra en la remota Escuela del
profesorado del estado de Mordovia, donde, aparte de una interrupción en los
años 40 debida a los rumores de purga política, enseñó hasta 1961. Pese a su
escasa prominencia política, Bajtin fue arrestado en 1929 por su presunta
participación en la iglesia ortodoxa rusa clandestina, y sentenciado a seis
años de exilio interior en Kazajistán, donde trabajó como contable. En la
década de los 60 Bajtin pasó a ser figura de culto en Rusia, se redescubrió su
obra de 1929 sobre Dostoievski y se publicó por primera vez en la Unión Soviética ,
en 1965, su libro más famoso, sobre Rabelais, presentado inicialmente como
tesis doctoral en los años 40. Con el interés renovado por su obra, Bajtin
empezó a trabajar a principios de los 70 en una serie de proyectos –como el
relativo a las bases filosóficas de las ciencias humanas– que permanecían
inacabados en el momento de su muerte en Moscú, el 7 de marzo de 1975.
La trayectoria intelectual de Bajtin y sus costumbres de
escritor son excepcionales. No sólo
reelaboraba con frecuencia trabajos terminados y seguía desarrollando de forma
distinta conceptos ya formulados –por lo que su trayectoria no es tanto una
línea recta como una espiral–, sino que, además, existe una controversia sobre
varios libros de los que se sospecha que los escribió él, pero que se
publicaron bajo el nombre de sus amigos V. N. Voloshinov y P. N. Medvedev. Los
más importantes son Freudianismo y
Marxismo y filosofía del lenguaje, de
Voloshinov, y El método formal en los
estudios literarios, de Medvedev.
Al margen de los problemas de autoría, casi todos los
especialistas están de acuerdo en que la obra de Bajtin puede dividirse en tres
grandes periodos: 1) primeros ensayos sobre ética y estética; 2) libros y
artículos sobre la historia de la novela; 3) ensayos publicados póstumamente
que vuelven a abordar los temas del segundo periodo. A pesar de los estudios
minuciosos que se llevan a cabo actualmente para mostrar la profundidad de su
pensamiento, es cierto que, fuera de un círculo de especialistas, Bajtin es más
conocido en Occidente, primero, por su noción de carnaval, que procede de su
estudio de Rabelais; segundo, por el concepto de novela dialógica y polifónico
derivado de su estudio sobre Dostoievski, y, por último, a propósito de
términos como "cronotopo" y "discurso novelístico", que
proceden de sus ensayos sobre la teoría de la novela (2).
En su estudio sobre Rabelais, que fue su primera obra
traducida al inglés, Bajtin se centra en el carnaval tal como existía en el
periodo anterior al Renacimiento y en este último (Rabelais [1494-1553]
escribió sus obras más importantes a principio de la década de 1530). Para
Bajtin, Rabelais continúa la tradición del carnaval y añade sus propias innovaciones.
¿Qué es el carnaval, pues?
El aspecto más importante del carnaval es la risa. Pero la
risa de carnaval no puede equipararse a las formas específicas que adopta en la
conciencia moderna. No es meramente paródica, irónica o satírica. La risa de
carnaval no tiene objeto. Es ambivalente. La ambivalencia es la clave de la
estructura carnavalesca. La lógica del carnaval, como ha demostrado Kristeva,
no es la lógica de la ciencia y la seriedad, cuantitativa y causal, del
verdadero o falso, sino la lógica cualitativa de la ambivalencia, en la que el
actor es también el espectador, la destrucción deja paso a la creatividad y la
muerte equivale a renacer.
Por tanto, el carnaval no es privado ni supone una oposición
específica, como en el periodo inmediatamente anterior al Romanticismo y
durante éste. En ningún sentido debe entenderse el carnaval como un hecho
sancionado oficialmente o simplemente como una época festiva, una ruptura del
ritmo normal de trabajo de la vida diaria; tampoco es una fiesta que refuerza
el régimen predominante de la vida cotidiana, con su jerarquía de poder y sus
enormes contrastes entre ricos y pobres. El carnaval, en resumen, no es
producto de una burocracia (siempre seria) que fortalece su propio poder sobre
el principio del "pan y circo". La gente constituye el carnaval y la
burocracia, como todos los demás, se ve sometida a sus leyes y rituales, desde la Iglesia hasta la Corona. En pocas
palabras: el carnaval no es meramente negativo; no posee un motivo utilitario.
Es ambivalente.
Por consiguiente, más que un espectáculo que debe observarse,
el carnaval es la hilaridad vivida por todos. Y ello plantea la cuestión de si
puede existir, en sentido estricto, una teoría del carnaval. Porque no hay vida
fuera del carnaval. Las personas que participan en él son simultáneamente
actores y espectadores. Y, como la risa festiva del carnaval se dirige también
contra quienes ríen, la gente que se encuentra dentro de él es tanto objeto
como sujeto de risa. Dicha risa es
general, posee una base filosófica y comprende la muerte (cfr. los temas de la
risa macabra y lo grotesco) y la vida. Como tal, la risa de carnaval es una de
las "formas esenciales de verdad en relación con el mundo" (3). Sin
embargo, Bajtin señala que, con la era moderna, la risa ha quedado reducida a
uno de los "géneros groseros". Pero, por otro lado, el propio
carnaval defiende esa grosería. La degradación, el envilecimiento, el cuerpo y
todas sus funciones –especialmente la defecación, la orina y la cópula– forman
parte integrante de la experiencia ambivalente del carnaval. El cuerpo es parte
de esa ambivalencia. No es algo cerrado y privado, sino abierto al mundo. Del
mismo modo, la proximidad entre el útero y la tumba no se reprime, sino que,
igual que en el caso de la reproducción, se celebra, como se celebra la
"grosería" en general. El cuerpo sólo llega a estar
"acabado". (es decir, privado), según nuestro autor, en el
Renacimiento.
Las figuras de carnaval como el
payaso, que existe en el límite entre el arte y la vida, experiencias como la
locura y la figura de la "máscara", que no oculta sino que revela,
iluminan la lógica ambivalente y global del carnaval. Sobre la máscara, Bajtin
escribe que está "relacionada con la alegría del cambio y la
reencarnación, con la alegre relatividad y la feliz negación de la uniformidad
y la semejanza" (4). Desde luego, en el siglo xviii, la máscara pasó a ser un símbolo –especialmente en la
obra de Rousseau– de todo lo que era falso y no auténtico. En realidad, la
máscara siempre fue la máscara de la hipocresía. Con la ambivalencia del
carnaval, resulta siempre obviamente distorsionadora. Se entiende con claridad
que cubre y transforma su objeto. La máscara socava el concepto del ser como
algo idéntico a sí mismo; al mismo tiempo que revela, juega con la
contradicción y, de ese modo, empieza a encarnar la ambivalencia del carnaval
como costumbre. Como afirma Bajtin: "La máscara se relaciona con la
transición, la metamorfosis, la violación de los límites naturales, la burla y
los apodos familiares. Contiene el elemento lúdico de la vida" (5). Para
Kristeva, la máscara señala la pérdida de la individualidad y la presunción de
anonimato y, por consiguiente, la presunción de múltiples identidades. Por
tanto, la máscara juega siempre con lo simbólico hasta desencajarlo de sus
formas fijas y rígidas. La máscara es la encarnación del movimiento y el
cambio. Nunca es seria, a menos que comprendamos que negarse a dar poder
absoluto a la seriedad es un asunto serio. Como consecuencia, el carnaval
exhorta a que entremos en el juego de la vida enmascarados; es decir, de forma
ambivalente e irreverente, con espíritu risueño.
El carnaval, en su ambivalencia, llama la atención sobre las
personas como terreno de participación. Como participación, es un rodeo para
evitar la representación. Convierte a las personas en el elemento más
importante de la vida. Éstas, al ser miembros del carnaval como participación,
encarnan lo universal. Por eso lo universal es práctico y suele escapar a la
cosificación. Una vez más, si bien la risa de carnaval puede hallar un lugar
para la seriedad (aunque sea para burlarse de ella, puesto que "ningún
dicho del Antiguo Testamento dejaba de ponerse en tela de juicio", asegura
Bajtin) (6), la seriedad no encuentra sitio para la risa. Si equiparamos
seriedad y cosificación (toda seriedad es tímida), ello significaría que la
risa no puede cosificarse, no puede teorizarse.
La lógica del carnaval (la lógica de la ambivalencia) no se
reduce a la limitación de oposiciones binarias que establecen límites, sino que
equivale al poder del continuo (positivo y negativo). La lógica de carnaval se
muestra más próxima a nosotros cuando comprendemos que cualquier acto de habla
es esencialmente bivalente (al mismo tiempo Uno y el Otro), de modo que, por ejemplo,
la seriedad del discurso académico se basa en la represión de la ambivalencia.
En su estudio sobre Dostoievski, Bajtin afirma que la ficción
del escritor ruso posee una estructura "polifónica" porque –como el
carnaval– incluye en sí misma la voz del otro. Por ejemplo, con un texto como Los hermanos
Karamazov, el "discurso del otro penetra de forma gradual y
subrepticia en la conciencia y el habla del héroe".
Para Bajtin, el discurso novelístico no debe entenderse como
la palabra de comunicación que estudia la lingüística, sino como el "medio
dinámico" en el que ocurre el intercambio (el diálogo). En términos
lingüísticos, la palabra, para Bajtin, es translingüística: la intersección de
significados, más que un punto fijo o un significado único. La parodia, la
ironía y la sátira, por ejemplo, son ejemplos claros de la palabra en el
sentido que le da Bajtin (tenemos que recurrir a la dimensión translingüística
y semiótica para interpretarlas), mientras que la obra de Dostoievski nos
conduce al mismo tipo de análisis a través de la palabra dialógica que incluye
la del otro en sí misma. Se trata de una palabra polifónica en el sentido de
que la polifonía no tiene tampoco un punto fijo, sino que es la
interpenetración de sonidos. La polifonía no es singular sino múltiple; incluye
lo que quedaría excluido en su representación.
Bajtin lee a Dostoievski en el espíritu del carnaval con su
lógica doble. Por tanto, no es posible hacer justicia a sus escritos si se
reducen a una historia con personajes, como es típico en la estructura cerrada
de la épica y fundamental de lo que Bajtin denomina un texto
"monológico". En pocas palabras, un texto monológico tiene una lógica
única (mono-), homogénea y relativamente uniforme. Se presta fácilmente a la
apropiación ideológica; porque el aspecto esencial de la ideología es el
mensaje transmitido, y no el modo en
el que el mensaje surge y se articula en el terreno de la palabra. Para Bajtjn,
en este sentido, las obras de Tolstoi son casi siempre monológicas. Por el
contrario, en Los hermanos Karamazov,
no sólo las palabras crean significado, sino también la relación contextual
entre ellas (por ejemplo, el "poema" de Iván, "La leyenda del
Gran Inquisidor", y la confesión de Smerdyakov).
Todo el enfoque de Bajtin llama la atención sobre la forma en
que se construye la novela –su mise en
scéne– más que sobre la intriga, la
historia, las opiniones concretas, la ideología o los sentimientos del autor.
Para decirlo brevemente: el autor se convierte en el lugar de mise en scéne de la novela. La novela polifónica lo hace más explícito que
otras formas, pero, en casi todos los géneros novelísticos, existen varios
lenguajes en funcionamiento, y el autor utiliza cada uno de ellos. Como explica Bajtin:
El autor no se halla en el lenguaje del narrador, ni
en el lenguaje literario normal al que se opone la historia..., sino que
utiliza ahora un lenguaje, luego otro, para evitar entregarse por completo a
uno de ellos; utiliza este toma y daca verbal, este diálogo de lenguajes, en
todos los momentos de su trabajo, con el fin de poder permanecer, como si
dijéramos, neutral en relación con el lenguaje, como observador en una disputa
entre dos personas. (7)
Aunque Bajtin se distanció formalmente del estructuralismo y la semiótica,
su rechazo a adoptar la ideología de las intenciones del autor como forma de
explicar el significado de una obra de arte le sitúa mucho más cerca de una
posición estructural de lo que parece a primera vista. Para Bajtin, el autor es
un espacio vacío en el que se iría a desarrollar el drama o, mejor aún, el
autor es una dramatización en sí mismo. En este sentido, Bajtin fundó una
visión dinámica de la estructura, sin duda más dinámica que la desarrollada en
Rusia bajo los auspicios de los formalistas rusos. De hecho, el interés de
Bajtin por destacar el carácter inacabado y de final abierto que poseen las
novelas de Dostoievski (e incluso el carácter inacabado de gran parte de sus
escritos, tanto publicados como inéditos), junto a su preocupación por mostrar
que la forma (estática) nunca es separable del contenido (dinámico), significa
que su enfoque es estructuralista, pero se niega a limitarse dando prioridad a
lo sincrónico frente a lo diacrónico. Del mismo modo, en su crítica de la
distinción que hace Saussure entre langue
y parole, Bajtin asegura que
aquél ignora los géneros del habla, por lo que resulta dudosa la utilidad de la
langue para explicar el
funcionamiento esencial del lenguaje. Además, Bajtin rechaza lo que considera
la tendencia estructuralista a analizar los textos como si fueran unidades
totalmente autónomas cuyo significado puede establecerse independientemente del
contexto. A su juicio, cualquier intento de entender la parole debe tener en cuenta las circunstancias, los presupuestos
y el momento de enunciación. De hecho,
Bajtin insta a tener en consideración la contingencia del lenguaje.
Ese interés por la contigencia del
lenguaje llevó a Bajtin a formular su teoría del "cronotopo". Como
implica este término, entran en juego el tiempo y el lugar, y Bajtin intentó
mostrar de qué modo la historia de la novela había constituido diferentes
formas de cronotopo. Inspirado en la teoría de la relatividad de Einstein,
Bajtin define el cronotopo como "el grado intrínseco de conexión de las
relaciones temporales y espaciales en la literatura". Después pasa a
mostrar las variaciones en el cronotopo a lo largo de la historia de la novela.
Por ejemplo, las novelas del romanticismo griego (siglos ii y vi
d.C.) se caracterizan por el "tiempo de aventura", que se desarrolla
a través de los obstáculos (tormenta, naufragio, enfermedad, etc.) que impiden
la unión entre los dos amantes. Con frecuencia, la trama se desarrolla en
varios emplazamientos geográficos y se describen las costumbres y tradiciones
de la gente de esos lugares. En la novela idílica (por ej., Rousseau), el
espacio y el tiempo son inseparables: "La vida idílica y sus
acontecimientos son inseparables de ese rincón concreto y espacial del mundo en
el que vivieron los padres y los abuelos y en el que vivirán los hijos"
(8). El mundo idílico, pues, es autónomo, homogéneo, idéntico a sí mismo, casi
fuera del tiempo y el cambio. Ello implica que, en la novela polifónica y
dialógica, el tiempo es un elemento heterogéneo, casi irrepresentable. Además,
el tiempo tiende a hacer más fluido el espacio (euclidiano), por lo que el
tiempo de la relatividad se convierte en una analogía posible.
Evidentemente, el cronotopo es un
mecanismo para clasificar diversos géneros de la novela y un medio para
elaborar una historia y una teoría de la novela. Y debería recordarse que, pese
a su interés por los detalles precisos del habla y otros hechos de la vida
cotidiana, Bajtin fue un pensador que usó el lienzo más amplio posible para
desarrollar su teoría de la producción literaria. En realidad, el efecto del
uso que Bajtin hace de macrocategorías como "cronotopo" y
"género" es hacer invisible lo extraordinario, lo singular, lo
individual y lo inclasificable. Algunos críticos, como Booth, han indicado que
Bajtin generaliza en perjuicio de una exégesis detallada de la gran variedad de
obras estudiadas. Además, en su descripción de géneros como el
"romanticismo griego" o la "novela idílica", asume un
enfoque formal, muy similar al de los primeros estructuralistas (por ejemplo,
Propp), que hace hincapié en la individualidad y diferenciación de la
estructura homogénea del género, con el resultado de hacer invisible la
particularidad de las obras que lo constituyen. Podríamos ir más allá y sugerir
que el problema del género es que corre el riesgo de convertir obras de arte
concretas en un mito. Porque el mito posee una estructura homogénea y
relativamente indiferenciada; ello permite comunicarlo a un vasto público que,
ciertamente, puede apropiárselo a su manera.
Quizá si Bajtin hubiera sido más
estructuralista en el sentido de Lévi-Strauss y hubiera considerado la
estructura de los géneros como un tipo de gramática que constituía la condición
previa para las obras concretas realizadas en función de ellos, no habría dado
la impresión de falta de rigor que surge con un intento procustiano de situar
todas las obras de una época bajo la misma categoría de clasificación.
NOTAS
1. Cfr. Tzvetan Todorov, Mikhail
Bajtin: The Dialogical Principle, trad. de Wlad Godzich, Manchester,
Manchester University Press, 1984, pág. ix.
2. Véase Mijaíl Bajtin, The
Dialogic Imagination, Four Essays by
M. M. Bajtin, trad. de Caryl
Emerson y Michael Holquist, Austin, University of Texas Press, 1981.
3. Mijaíl Bajtin, Rabelais
and his World, trad. de Hélène
Iswolsky, Bloomington, Indiana Universiry Press, 1984, pág. 66.
4. Ibíd., pág. 39.
5. Ibíd., pág. 40.
6. Ibíd., pág. 86.
7. Bajtin, The Dialogic
Imagination, pág. 314.
8. Ibíd., pág. 225.
PRINCIPALES OBRAS DE BAJTIN
Freudianism: A
Marxist Critique (1927) (con V. N.
Volishonov), trad. de I. R. Titunik, Nueva York, Academic Press, 1976.
Marxism and tbe
Philosophy of Language (1929) (con V. N.
Volishonov), trad. de L. Matejka e I. R. Titunik, Nueva York, Seminar Press,
1973.
Problems of
Dostoyevsky's Poetics (1929), trad. de
Caryl Emerson, Manchester, Manchester Universiry Press, 1984.
Rabelais and His
World (1940), trad. de Hélène Iswolsky,
Bloomington, Indiana University Press, 1984.
The Dialogic
Imagination, Four Essays by M. M.
Bakhtin (1965-1975), trad. de Caryl Emerson y Michael Holquist, Austin,
University of Texas Press, 1981.
Speech Genres and
other Late Essays, trad. de Vem W.
McGee, Austin, Universiry of Texas, 2ª. impr. de bolsillo, 1987.
Teoría y estética
de la novela, Madrid, Taurus, 1991.
La cultura popular
en la Edad Media
y el
Renacimiento, Madrid, Alianza, 1994.
OTRAS LECTURAS
KRISTEVA, Julia: "Word, dialogue and novel", en Desire in Language: A Semiotic Approach to
Literature and Art, trad. de Thomas Gora, Alice Jardine y Leon S. Roudiez,
Oxford, Basil Blackwell, bolsillo, 1982, reimp. en 1984, págs. 64-91.
MORSON, Gary Saul y EMERSON, Caryl: Mikhail Bajtin: Creation of a Prosaics,
Stanford, California, Stanford University Press, 1990.
TODOROV, Tzvetan: Mikhail
Bajtin: The Dialogical Principle, trad.
de Wlad Godzich, Manchester, Manchester University Press, 1984.
Leer a Bajtin es sumergirse en un genero nuevo, loco , histórico cuando habla de la carnavalización del lenguaje y se va hasta la Edad media y la máscara y venganza por la parodia , la satira y la ironía a vengarse del poder.Su trabajo sobre la parodia en Dostoieski, la descripción que hace sobre "la palabra en la arena es atacada por la palabra ajena, y suena a los oidos del lector como la "segunda palabra" Geniooo
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