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lunes, 29 de octubre de 2012

Cioran, Emile Michel



Rasinari, imperio Austro-húngaro, 8 de abril de 1911. Estudió filosofía en Bucarest , Rumania y se doctoró con una tesis sobre Bergson. En 1933 recibió el Premio de Jóvenes Escritores Rumanos por su ensayo Sur les cimes du désespoir. En 1937 es enviado por el Instituto Francés a París, donde vive a partir de entonces, cursando estudios en la Sorbona y adoptando como propia la lengua francesa. Renunció a la ciudadanía rumana sin adoptar ninguna otra, adquiriendo de ese modo la condición de apátrida.  Falleció en París el 20 de junio de 1995.

Ortega solía señalar que el no creyente, el ateo, cree en no creer. Esta necesidad que supone la adopción de un sistema, de un sentido virtual, pero sentido al fin –aunque provenga de la afirmación del sinsentido– pareciera ser la radicalidad que Cioran articuló para lograr un itinerario coherente entre su modo de vivir y su modo de pensar.
    Se ha definido reiteradamente la posición de Cioran como un escepticismo irónico, una empresa intelectual no voluntarista, consecuencia más de la propensión a escribir del escritor que de la vocación interpretativa del filósofo. Sin embargo, su obra recorre un repertorio de índole filosófica. Esto último queda evidenciado en la persistencia y acentuación, a través del desarrollo de su producción, de sus obsesiones, enumeradas por su introductor en la lengua española, Fernando Savater: El destino de los pueblos, la decadencia, el fanatismo, el final del politeísmo, la mística... el suicidio, los terrores majestuosos de la teología, las amenazas triviales de la came. Una actitud de resistencia e irreductibilidad, de pesimismo corrosivo y a la vez poético (Jean François Revel llega a afirmar en 1979 que es el más grande estilista francés contemporáneo), una actitud de desafío pasivo y tenaz se desprende de toda su producción.  Cioran se inicia con ensayos para desembocar en el aforismo, su metodología discursiva por excelencia, donde coinciden, fusionadas y confundiéndose, la eficacia de su singular aptitud desenmascaradora y el virtuosismo formal del lenguaje, el lenguaje como último y acaso único refugio desde el cual pulverizar, disolver, aniquilar, toda lógica, todo sentido, todo intento de razón.
    Susan Sontag, que lo introdujo y difundió en Estados Unidos, escribe, a finales de los sesenta: "Una respuesta al descalabro que se produjo durante el siglo xix en la elaboración de sistemas filosóficos, consistió en el auge de las ideologías: sistemas de pensamientos vehementemente antifilosóficos, que asumían la forma de diversas ciencias del hombre positivas o descriptivas. Inmediatamente recordamos a Comte, Marx, Freud y los pioneros de la antropología, la sociología y la lingüística. Otra respuesta a la hecatombe consistió en un nuevo tipo de quehacer filosófico: personal (incluso autobiográfico), aforístico, lírico, antisistemático.  Sus paradigmas: Kierkegaard, Nietzsche, Wittgenstein. Cioran es la figura más destacada que escribe actualmente ciñéndose a esta tradición". A propósito del último Wittgenstein y de su influencia en Viena y a fin de relacionar esta mención de Sontag, que puede parecer más sorprendente que las de Kierkegaard o Nietzsche, Cioran se refiere, curiosamente, a un personaje histórico que protagonizó esa bisagra que supuso el fin del siglo XIX y que acaso es analogable a este fin de siglo xx en el cual el escepticismo irónico del autor de Del inconveniente de haber nacido encuentra tantos lectores devotos. Cioran se detiene en la personalidad de Isabel de Austria, la célebre "Sissi", y cuando habla de ella, da toda la impresión que está hablando de sí mismo. Veamos: en una entrevista realizada por Antonio Oviedo se le pregunta qué advierte él en la famosa Sissi, nihilismo o desengaño. Cioran responde: "Aunque pueden citarse palabras suyas teñidas de nihilismo, esta palabra tiene en su caso una connotación filosófica que incomoda. Ella estaba totalmente desengañada, decepcionada, escindida del mundo. No se preocupó de los debates ideológicos, ya que su formación era principalmente literaria... No se trata pues de nihilismo, sino de ironía suprema, de lucidez desesperada" y añade más adelante, ante una pregunta sobre el origen de la actitud de la emperatriz: "No deseo minimizar sus decepciones ni sus infortunios, pero no creo que hayan jugado un papel fundamental. Se hubiera visto decepcionada en cualesquiera circunstancias. Pensemos en los que practican la ironía, en los que recurren a ella en todo momento. ¿De dónde viene? Su causa no es exterior, es interior, está en ellos. De lo más profundo de un ser es desde donde emana la necesidad de arruinar ilusiones y certezas, elementos del falso equilibrio sobre el que descansa la existencia".
    Tal cual lo consigna Ferrater Mora, su pensamiento tiene un carácter eminentemente fragmentario y antisistemático por voluntad del propio autor y ni el nihilismo y la desesperación pueden ser objeto de doctrina puesto que para Cioran "El nihilismo como doctrina es ya una trampa". En Cioran ou le dernier homme (1990) Silvie Jaudeau postula que el pesimismo de este autor no puede ser asimilado por aquellos que no han penetrado en el sentido último de ese pesimismo. Esa tenacidad contra sí mismo, recurrencia de Cioran, no es más que un auténtico caminar, de ruina en ruina, que revela finalmente al hombre último, gastado por la lucidez. Jaudeau advierte que no se puede hablar de un hombre sin fe, más bien es un hombre desilusionado, desengañado, que reconoce un parentesco muy profundo con los agnósticos cristianos y una gran vecindad espiritual con el budismo, aunque descree de toda religión, contra las cuales se explaya en un capítulo de Silogismos de la amargura. La carne en oposición a una inmaterialidad óntica o la palabra en oposición a un silencio esencial, corrompen. Su preocupación estilística por el lenguaje, su vinculación con la palabra, su condición de artesano de la palabra, encierra la paradoja de quien postula el silencio. Pero Cioran no teme a las paradojas, las ama, se solaza al advertirlas como emergencia de la contradicción.
    En una entrevista realizada por su imposible compatriota, la escritora rumano-argentina Alina Diaconú, publicada por la revista Vuelta (dirigida por Octavio Paz, amigo de Cioran), el autor de La tentación de existir explica a su interlocutora, con la cual comparte el dato cierto de haber nacido en un mismo país que los llevó a1 exilio: "Yo soy apátrida. Quería ser apátrida: ser el dueño de mi vida. No ser nada. Es un sentimiento de libertad extraordinario. Soy un ciudadano que vive en Francia, pero no soy francés. Administrativamente soy apátrida y eso me agrada porque corresponde a mis ideas. Los franceses me consideran francés porque escribo en su lengua y ellos están muy orgullosos cuando un escritor extranjero escribe en francés. Para los franceses, la patria esencial es la lengua". Y para Cioran la lengua fue su territorio, la geografía existencial que le permitió la impunidad de impugnar cualquier sistema que intentara explicar y dar sentido a lo que él cristalizó como inexplicable y sinsentido.
    La localización conceptual en la obra de este autor (empresa que desarrolló lúcidamente Fernando Savater en su Ensayo sobre Cioran, de 1974) encierra también una paradoja puesto que requiere, insoslayablemente, una forma de delimitación que el propio Cioran se inclinó a subvertir desde su heterodoxia discursiva. Otra paradoja consignable resulta del espíritu asertivo de sus aforismos, para quien la duda suponía un ejercicio primordial.



Bibliografía:

Sur les cimes du désespoir, 1933, originalmente en rumano (trad. esp., En las cimas de la desesperación, 1991).
Le livre des leurres, 1936, originalmente en rumano.
Des larmes et saints, 1937, originalmente en rumano (trad. esp., De lágrimas y de santos, 1988).
Précis de décomposition, 1949 (trad. esp., Breviario de podredumbre, 1972).
Sillogismes de l'amertume, 1952 (trad. esp., Silogismos de la amargura, 1980 y 1990).
La tentation d'exister, 1956 (trad. esp., La tentación de existir, 1973).
Histoire et Utopie, 1960 (trad. esp., Historia y utopía, 1988).
La chute dans le temps, 1964 (trad. esp., La caída en el tiempo, 1977).
Le Mauvais Démiurge, 1969 (trad. esp., El Aciago Demiurgo, 1974).
De l'inconvénient d'être né, 1973 (trad. esp., Del inconveniente de haber nacido, 1981).
Contra la Historia, 1976 (antología española).
Essai sur la pensée réactionnaire. A propos de Joseph de Maistre, 1977 (trad. esp., Ensayo sobre el pensamiento reaccionario, 1985).
Ecartèlement, 1979 (trad. esp., Desgarradura, 1983).
Adiós a la filosofía y otros textos, 1980 (antología española).
Exercises d'admiration: essais et portraits, 1986 (trad. esp., Ejercicios de admiración y otros textos. Ensayos y retratos, 1992).
Aveux et anathèmes, 1987 (trad. esp., Ese maldito yo, 1987). 
Le crépuscule des pensées, 1991, originalmente en rumano (trad. esp., El ocaso del pensamiento, 1995).
Bréviaire des vaincus, 1993, originalmente en rumano (trad. esp., Breviario de los vencidos, 1996).
Entretiens, 1995 (trad. esp., Conversaciones, 1996).




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