Argel, Argelia, 1943. Estudió en el Liceo parisiense Janson de Sailly, en la Escuela Politécnica y en la Escuela Nacional de Administración. Graduado como Ingeniero en Minas, diplomado en el Instituto de Estudios Políticos de París, Doctor en Ciencias Económicas, ha sido profesor de Ciencias Económicas en la Escuela Politécnica, Director de Seminario en la Escuela Nacional de Administración, Director del Laboratorio Iris en la Universidad de París. Fue asimismo miembro del Consejo Directivo del Partido Socialista Francés, Consejero del Presidente François Mitterrand, y desde 1991 hasta 1993 Presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD). Ha obtenido los premios Henri Poincaré y Laplace de la Academia Francesa.
Ingeniero y economista por formación
académica, Jacques Attali es autor de numerosos trabajos –mayoritariamente
ensayos– en los que ha abordado una temática amplia y enfocada desde diversas
perspectivas de análisis, por lo que resulta dificil encasillar sus
características como autor y su obra misma en una única disciplina. Se lo puede
caracterizar sin embargo como un teórico de las formas sociales, económicas y
políticas en cuya producción intelectual, ciertamente original y polémica,
convergen en compleja combinación elementos de la física, la historia, la
economía, la informática, la lingüística, la antropología, la biología. Así,
por ejemplo, toma teorías del campo de la termodinámica o de la informática
para aplicarlas al análisis de un determinado orden social o un sistema
económico. El mismo ha señalado en este sentido que en épocas de grandes
cambios las teorías sociales suelen fundarse en metáforas tomadas de otras
ciencias, considerando al respecto que en este tiempo la metáfora útil proviene
del área de la información, tal como la teoría del orden por el ruido a la que
acude en varios de sus libros. De acuerdo a ella el mantenimiento de una
determinada forma u orden depende de que la información circulante adquiera un
sentido para todas sus partes. Si el ruido –entendido como lo nocivo, la
violencia, el mal– interfiere en la información, genera un desorden, pero puede
sin embargo crear un orden nuevo a partir de la ruptura del anterior,
transformándose así de parásito en reorganizador de la forma. Ésta depende
entonces, para su funcionamiento, y hasta para su supervivencia, de la reacción
que adopte frente al ruido.
Del
mismo modo, sin ser específicamente un historiador, Attali recurre de manera
permanente al desarrollo histórico de los temas que aborda, pero lo hace más
para fimdamentar sus hipótesis que como un estudioso del pasado. Éste parece
interesarle como medio para hallar un sentido lógico al porvenir, tomándolo
como parte integrante de un proceso global de cambio. De aquí que el punto de partida
de todo análisis sea para este autor la noción de crisis, entendida
como un estado permanente de la realidad. El perfil de la actual disolución de
formas y valores plasmados a partir del capitalismo, por ejemplo, como también
la crítica a la idea de progreso en sentido lineal, basada en el dominio
económico y tecnológico por parte del mundo desarrollado, están ya presentes
–seguramente como correlato de su filiación dentro del socialismo– en algunos
de sus trabajos aparecidos en los años setenta.
Sin
embargo, por la misma época afirmaba la necesaria revisión de las categorías
intelectuales vigentes, puesto que nada conservaba ya un lugar estable, se
tratara de la naturaleza, de la historia, del estructuralismo o del marxismo.
Encara entonces su tarea de análisis por medio de una elaboración teórica que
combina la certeza de que la realidad es diversidad –siendo por este motivo
irreductible a fórmulas estrechas– con un enorme esfuerzo integrador de esa
diversidad en una visión omnicomprensiva. En sus primeros libros propone la
utilización de métodos matemáticos para el estudio de los fenómenos propios de
la ciencia política. Los modelos
políticos es así una exposición de diversas teorías que permiten la
medición o clasificación de cuestiones que van desde los comportamientos
humanos que inciden en este campo –la toma de decisiones, por ejemplo– hasta
las estructuras y objetivos de los partidos políticos.
Luego, en La herramienta y la palabra, quizá uno de sus
libros más complejos conceptualmente, parte de la idea del fin del keynesismo,
es decir de la crisis de un sistema que garantizaba a partir del consumo el
orden social, para plantear distintos modelos de sociedad combinando tres
variables: la producción y la legitimación y organización espacial del poder.
Define dichos modelos desde los conceptos de energía e información, concluyendo en la necesidad de que el hombre, actual
"esclavo informado", construya nuevas formas de relación en el marco
de una sociedad más autónoma, no dominada por los sacrificios de la producción
ni por las distorsiones de la información. Respecto a las herramientas
intelectuales afirma que las doctrinas económicas –marxismo incluido– no
ofrecen ni el marco teórico ni el enunciado de un proyecto social alternativo,
sosteniendo además que las teorías deben desmitificarse al mismo tiempo que son
creadas, para evitar dogmatismos que se transformen en caricaturas de las
ideas.
En
trabajos posteriores, sin dejar a un lado una visión de conjunto, pasa a tomar
un determinado elemento como metáfora-guía de sus análisis. Es el caso de Ruidos, singular texto de economía política en el que aparece la
música como clave de comprensión de los resortes del poder. Nuevamente surge la
noción de ruido como desorden,
constituyendo la música un medio para dominarlo, un instrumento de poder que ha
sido, según él, estratégicamente utilizado en tres formas básicas vinculadas a
sendas etapas históricas. La primera de ellas sería la ritual, destinada a
"hacer olvidar" la violencia para mostrar la viabilidad de la
organización y la convivencia social. La segunda tendrá que ver con la representación y servirá para
"hacer creer", para convencer acerca de la armonía del mundo que se
transformará así en una mercancía. Luego las nuevas formas de almacenar la
música a partir del disco, por ejemplo, se utilizarán para "hacer
callar", para imponer silencio por medio de la ocupación de los espacios
sonoros posibles desde el sonido reproducido, desde la repetición.
En El Orden Caníbal, el eje del análisis
será la medicina a través de varias líneas argumentases: 1) la lucha contra el mal y las maneras de conjurarlo han
tomado varias formas a lo largo de la historia, siendo la primera de ellas el canibalismo, aquella en la que el hombre se come a sí mismo para vencer a
la muerte. Vendrán luego la religión, la policía, la medicina, la genética,
cada una con su propia organización del poder; 2) en el mundo actual, dominado
por la tecnología, dicho poder pasa por el manejo del código que permite
controlarla, y la noción de mal por el desconocimiento de dicho código, por el
no sentido, por el ruido o interferencia. Si el lenguaje dominante es el de los
códigos, todo el saber sobre la sociedad se traduce en ese lenguaje a través
del cual se comprende tanto el mal como su puesta en orden; 3) el mismo avance
tecnológico, expresado en la presencia cada vez mayor de aparatos en la
medicina, preanuncia cambios que van desde la posible desaparición del médico
reemplazado por aquéllos, hasta la emergencia de un nuevo orden social en el
que el hombre puede llegar a ser un objeto biológico-industrial de consumo, en
una nueva forma de canibalismo.
Del
resto de la producción de Attali podemos destacar, como especialmente
significativos dentro de su línea de pensamiento, en primer lugar Los Tres Mundos, obra de teoría económica en la que, a
partir de los diferentes discursos sobre lo verdadero
analiza las teorías existentes sobre la crisis, definiendo así tres
representaciones del mundo ligadas respectivamente a los conceptos de regulación, producción y
organización. Luego, la Historia de la Propiedad, quizá el más plenamente histórico
de sus libros, en el que despliega un amplio panorama, no sólo de las formas
que alcanzó la tenencia de bienes, sino de los cambios habidos en el concepto
mismo de propiedad. Tener y ser se han confundido a menudo –explica–, lo mismo
que tener y durar, por lo que relaciona el afán de posesión con la lucha
constante del hombre contra la muerte.
Desde comienzos de los años noventa, Attali se ha dedicado de lleno a la
problemática de la transición hacia el próximo siglo, interesándose
especialmente por el papel que le cabe a Europa dentro de ese contexto. Lo hace
en incontables artículos y conferencias referidos a temas como la unificación
europea en la Comunidad Económica, el colapso del comunismo, la relación entre
la Europa Occidental y la Oriental. Lo hace en 1492, que, pese a
ser un amplio fresco sobre el crucial año del descubrimiento de América, es
también una reflexión sobre el destino del Viejo Continente. Lo hace en Milenio
–suerte de síntesis de las ideas desplegadas en libros anteriores–, en donde
traza las líneas de horizonte del mundo por venir, que vislumbra configurado
por dos grandes bloques de poder: el de Japón en el Pacífico y el de Europa
Occidental en el Atlántico. Señala allí además la influencia recibida de otros
autores, mencionando a Lévi-Strauss, Braudel, Dumézil, Prigogine, Girard,
Serres, Stourdzé, Wallerstein.
Respecto a las preocupaciones actuales de Attali sobre el curso de la
política francesa y mundial, Verbatim –diario
en el que refleja lo acontecido a lo largo de la década en la que fue asesor y
hombre de confianza del finado presidente francés François Mitterrand– aparece
como particularmente rico en datos y referencias. Es quizá su trabajo más
polémico, por las reacciones que ha despertado, y del cual conocemos sólo el
primer tomo de los dos previstos.
En
toda la obra de Attali, aquí someramente descrita, pese a la aparente
diversidad de enfoques y temas, una constante es la transición hacia un futuro
cuyos cambios apenas entrevemos, pero que podemos comenzar a definir a partir
de las crisis, actuales o históricas. Es que sólo pueden sentarse presunciones
serias acerca del futuro tendiendo lazos de unión entre los innumerables
aportes de las ciencias sociales, mezclando –según sus propias palabras–
ciencia e historia.
Bibliografía:
Analyse Economique de la Vie Politique, 1973.
Modèles Politiques, 1973 (trad. esp., Los modelos políticos,
1974).
L'Anti-Economique, 1974
(trad. esp., El Antieconómico, 1976).
La Parole et
l'Outil, 1975 (trad. esp., La herramienta
y la palabra, 1981).
Bruits (Essai sur l'Economie Politique de la Musique), 1977 (trad. esp., Ruidos.
Ensayo sobre la economía política de la música, 1978).
La Nouvelle
Economie Française, 1978.
L'Ordre-Cannibale, 1979 (trad. esp., El orden caníbal: Vida y muerte de la medicina, 1981). Les Trois Mondes, 1981 (trad. esp., Los Tres Mundos. Para una teoría de la
post-crisis, 1982).
Histoires du Temps, 1982.
La Figure de
Fraser, 1984.
Un Homme
d'Influence: Sir Siegmund G. Warburg, 1985 (trad. esp., Un hombre de influencia: Sir Siegmund Warburg 1902-1982, 1992).
Au Propre et au
Figuré, 1988 (trad. esp., Historia de la
Propiedad, 1989).
Lignes d'Horizon,
1990 (trad. esp., Milenio, 1991).
1492, 1991
(trad. esp., 1492, 1992).
Verbatim I (1981-1986), 1993.
Europa(s),
1994.
OBRAS DE FICCIÓN:
La Vie Eternelle, 1989
(trad. esp., La vida eterna, 1991).
Le premier jour
après moi, 1991.
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