Nacido en Alepo, Siria, el 27 de mayo de 1902, Émile Benveniste fue profesor de lingüística en el Collège de
France entre 1937 y 1969, año en el que se vio obligado a retirarse por
problemas de salud. Murió en París, el 3 de octubre de 1976. Estudió en la Sorbona con Antoine Meillet,
antiguo alumno de Ferdinand de Saussure, y sus primeras obras, en los años 30,
fueron una continuación del interés de este último por la historia de las
formas lingüísticas indoeuropeas, especialmente la categoría de los nombres.
Debido al carácter técnico y especializado de estos primeros trabajos, pocos
conocían a Benveniste fuera de un círculo relativamente estrecho de eruditos.
La situación cambió con la publicación del primer
volumen de sus Problémes de linguistique
générale (Problemas de lingüística general), en 1966. Un segundo volumen
apareció en 1974. El libro reúne los escritos más accesibles de Benveniste
durante un periodo de más de veinticinco años, y observa el lenguaje como un
objeto lingüístico y semiótico, como un fenómeno social y cultural y como un
vehículo para la subjetividad. Tras la publicación de la obra, Benveniste se
convirtió en una figura importante para la evolución de la tendencia
estructuralista en las ciencias sociales y las humanidades. Lacan, por ejemplo,
reconoce en sus Écrits que es
Benveniste quien asesta un golpe mortal a la interpretación conductista con el
análisis de que, al contrario que la comunicación entre las abejas, el lenguaje
humano no es un mero sistema de estímulo y respuesta. Y Kristeva ha advertido
que la teoría de los pronombres de Benveniste –especialmente la relación entre
"yo" y "tú"–, o lo que se denomina la polaridad de yo y tú,
tiene una importancia fundamental para desarrollar una concepción dinámica de
la subjetividad. Igualmente, Roland Barthes vio con claridad la importancia
crucial de los textos de Benveniste sobre la "voz media" del verbo
para entender la posición del escritor actual, el autor que escribe de forma
intransitiva (voz media).
En su trabajo sobre
los pronombres, Benveniste desarrolló una teoría de la diferencia entre el énoncé (afirmación independiente del
contexto) y la énonciation (el acto
de afirmar asociado al contexto). Dado el fenómeno de "deixis"
elaborado por Roman Jakobson, ningún significado de un énoncé que contenga pronombres y otros indicadores del deíctico
("aquí", "allí", "este", "ese", etc.)
puede entenderse sin hacer referencia al contexto, que aquí equivale al acto de
enunciación. Concediendo que es difícil dar un ejemplo de énonciation porque, de hecho, un énoncé es siempre el vehículo necesario para cualquier ejemplo (un
ejemplo es un caso de acto de habla sacado fuera de contexto), es importante
reconocer que el sujeto en el lenguaje es inseparable de su realización. En
otras palabras, el sujeto no equivale a la categoría que se le atribuye en la
estructura gramatical formal. En ésta, el sujeto es siempre la entidad fija y
estática que se da en el énoncé. En
resumen, pues, el análisis de Benveniste es que toda lingüística que quiera
hacer justicia a la dinámica del lenguaje debe verlo como un "ejemplo
discursivo", es decir, como un discurso. El discurso es la puesta en
práctica del lenguaje.
Un elemento clave de
la teoría del lenguaje como discurso en Benveniste es su teoría de los
pronombres y, en especial, la teoría de la polaridad entre yo y tú. Desde el
punto de vista gramatical, dicha polaridad constituye los pronombres de primera
y segunda personas, con la tercera persona constituida por él-ella-ello. La
idea de Benveniste es que la tercera persona funciona como condición de
posibilidad de la primera y la segunda; la tercera persona es una "no
persona", una categoría revelada por la voz neutral de la narración o
descripción, la voz de la denotación. Kristeva llegará a pensar que esta
polaridad es la clave para entender la dinámica de la relación entre sujeto y
objeto (yo = sujeto, tú = objeto) en el lenguaje. El resultado es que, ahora,
la polaridad entre yo y tú tiene significado sólo en relación con el ejemplo
actual de discurso. Como explica nuestro autor al hablar de la
"realidad" a la que se refiere el yo
o el tú. «Yo significa "la
persona que emite el ejemplo actual de discurso que contiene el yo". Este ejemplo es único, por
definición, y posee validez exclusivamente por ese carácter único... Yo puede identificarse solamente por el
ejemplo de discurso que lo contiene» (1). Por su parte, tú se define de la siguiente forma:
al introducir la situación de "invocación",
obtenemos una definición simétrica para el tú
como "el individuo al que se habla en el ejemplo actual de discurso que
contiene la muestra lingüística de tú".
Estas definiciones [añade Benveniste] se refieren a yo y tú como una categoría
del lenguaje y están relacionadas con su posición dentro de él (2).
Más en general,
Benveniste considera el lenguaje, esencialmente, como un diálogo entre dos o
más partes, a diferencia de un sistema de señales en el que no hay diálogo.
Además, en el lenguaje se puede transmitir un mensaje a una tercera persona, al
contrario que en un sistema de señales en el que el "mensaje" no va
más allá de quien lo recibe. Por último, el lenguaje humano es una forma que
permite una variedad infinita de contenidos, mientras que un simple sistema de
comunicación basado en una señal está siempre limitado a lo que está programado
(por ejemplo, el sistema de señales de las abejas hace referencia
exclusivamente a la miel). Una repercusión importante de estos análisis es que
el lenguaje humano se puede utilizar de modo irónico o de una forma que
requiera la interpretación y reinterpretación constante de los múltiples
significados posibles latentes en la énonciation.
Ello significa que el lenguaje humano posee un aspecto innegablemente
poético y ficticio. Y a este hecho va unida otra connotación, la de que el
lenguaje humano, qua énonciation, nunca
se repite con exactitud, como ocurre con un sistema de señales.
Aunque no siempre
afirmó que el pensamiento y el lenguaje fueran idénticos, Benveniste no
aceptaba tampoco la posición de Hjelmslev, para quien el pensamiento estaba totalmente
separado del lenguaje. Benveniste señalaba que, en la práctica, es imposible
separar pensamiento y lenguaje porque, como mínimo, el lenguaje debe ser el
vehículo del pensamiento. Corno dice Benveniste, "quienquiera que intente
captar el marco de pensamiento apropiado encuentra solamente las categorías del
lenguaje" (3).
Aunque Benveniste fue un firme defensor de la
importancia de Saussure para la historia de la semiótica y la lingüística
modernas, también reconoció la necesidad de modificar su teoría, sobre todo
respecto a la relación que Saussure establece entre ambas materias. La
lingüística, afirmaba Saussure en el Curso
de lingüística general, quedaría al final subsumida en la semiótica, la
disciplina que estudia los sistemas de signos. Benveniste reconocía que era
preciso revisar minuciosamente esta predicción. Al hacerlo, advirtió que
sistemas lingüísticos como el código Morse, el Braille o el lenguaje de signos
para sordomudos se pueden traducir entre unos y otros, mientras que los
sistemas semióticos se caracterizan por su falta de redundancia y, por
consiguiente, no son mutuamente traducibles. Como explica nuestro autor, «no
existe "sinonimia" entre los sistemas semióticos; no se puede
"decir la misma cosa" mediante el habla y mediante la música, puesto
que se trata de sistemas con una base distinta» (4). No obstante, dos sistemas
semióticos pueden muy bien tener la misma base constituyente pero seguir siendo
intraducibles, como, por citar al propio Benveniste, el rojo en el código de
circulación y el rojo en la bandera tricolor francesa. Por tanto, concluye, no
hay un solo sistema de signos que trascienda a todos los demás sistemas; la
posibilidad de una semiótica global que incluyera la lingüística queda muy
reducida. Quizá sea mucho más probable lo contrario, es decir, que el sistema
lingüístico sea la base de traducción de todos los sistemas semióticos.
Junto al análisis que
hace Benveniste de la diferencia entre los sistemas semióticos y lingüísticos
se encuentra su examen de la diferencia entre las dimensiones semiótica y
semántica del lenguaje. La semiótica (le
sémiotique) es el modo de significación propio del signo. Esencialmente, la
semiótica existe cuando se reconoce. Es independiente de cualquier referencia.
Por el contrario, el aspecto semántico debe entenderse, y no reconocerse. En
consecuencia, depende totalmente de la referencia y está engendrado por el
discurso.
Benveniste adquirió
gran influencia durante los años 60 por sus escritos sobre la naturaleza del
lenguaje. Como Lévi-Strauss, señalaba que el lenguaje constituye el orden
social, y no a la inversa. Además, fue Benveniste quien demostró que el aspecto
único y paradójico del lenguaje en su situación social es su condición de
instrumento supraindividual que puede cosificarse (de ahí la lingüística) y
que, como ejemplo de discurso, constituye la individualidad. De hecho, la
polaridad entre yo y tú implica que el individuo y la sociedad ya no son
términos contradictorios; no existe individualidad sin lenguaje ni lenguaje independiente
de una comunidad de hablantes. Aunque Benveniste reconocía que es perfectamente
posible estudiar la historia de los lenguajes de cada nación –del mismo modo
que es posible estudiar la historia de las sociedades–, no se puede estudiar la
historia del lenguaje en sí, ni la historia de la sociedad en sí, porque sólo
dentro del lenguaje y la sociedad es posible la historia.
Para la humanidad, el
lenguaje (langue) y la sociedad son
realidades inconscientes... ambos son siempre heredados y no podemos imaginar,
en el ejercicio del lenguaje y la práctica de la sociedad, que haya podido
haber nunca, a ese nivel esencial, un comienzo para ninguno de ellos. La
voluntad humana no puede cambiar ninguno de los dos (5).
Por consiguiente, es
indudable que ocurren cambios importantes dentro de las instituciones sociales,
pero el vínculo social, en sí, no cambia; igualmente, las designaciones del
lenguaje pueden modificarse, pero no el sistema de la lengua. Benveniste
intentó convencer de ello a quienes, como Freud en algunos de sus textos,
explicaban el lenguaje y la sociedad desde el punto de vista de la ontogénesis.
El riesgo es hacer que la forma "primitiva" (de la sociedad, el
lenguaje, la cultura) sirva de explicación para la forma más avanzada. En este
sentido, Rousseau y varios antropólogos influidos por él consideraban que las
sociedades "primitivas" eran la "infancia" de la humanidad
y, por tanto, guardaban la clave para conocer los cimientos de la sociedad
occidental. En honor de Benveniste hay que decir que, en 1956, demostró que
tampoco Freud se había librado de la tentación de acudir a una ontogénesis para
explicar el sueño, las palabras primordiales y el lenguaje en general. La
respuesta de Benveniste consiste en destacar que
al parecer surgieron confusiones en Freud debido a su recurso
constante a los "orígenes": los orígenes del arte, la religión, la
sociedad, el lenguaje... Estaba permanentemente haciendo la transposición de lo
que consideraba "primitivo" en el hombre a un primitivismo original,
porque proyectaba en la historia de este mundo lo que denominaríamos una
cronología de la psique humana (6).
Al llamar la atención
sobre los peligros de permitir que la ontogénesis ejerciera una gran influencia
en la teoría social, Benveniste demuestra ser uno de los que abrieron la puerta
al enfoque estructuralista (y después postestructuralista) del análisis y la
interpretación de los fenómenos sociales. Demostró de forma concluyente que el
lenguaje no tiene origen precisamente porque es un sistema. Por tanto, no puede
haber lenguaje primitivo. El lenguaje cambia, pero no progresa. Desde el punto
de vista lingüístico, todo lenguaje natural, sin excepción, es complejo y muy
diferenciado. Con Benveniste, el etnocentrismo de la primera etnografía recibe
un golpe mortal.
NOTAS
1. Émile Benveniste, Problems
in General Linguistics, trad. de
Mary Elizabeth Meek, Coral Gables, Florida, University of Miami Press,
"Miami Linguistics Series num. 8", 1971, pág. 218.
2. Ibíd.
3. Ibíd., pág. 63
4.
Émile
Benveniste, Problèmes de linguistique
générale, vol. 2, París, Gallimard, TEL, 1974, pág. 53.
5.
Ibíd., pág.
94.
6. Benveniste, Problems
in General Linguistics, pág. 72.
PRINCIPALES OBRAS DE BENVENISTE
Origines de la formation des noms en
indo-européen, París, A. Maisonneuve, 1935
Les Infinitifs avestiques, París, A. Maisonneuve, 1935.
Noms d'agent et noms d'action en
indo-européen, París, A.
Maisonneuve, 1948.
Titres et noms propres en
iranien ancien, París, Klincksieck, "Travaux de l'Institut d'Etudes
Iraniennes de l'Université de Paris, I", 1966.
Problèmes de linguistique générale, vol. 1, París, Gallimard, 1966.
Problèmes de linguistique générale, vol. 2, París, Gallimard, 1974.
Vocabulario de las instituciones
indoeuropeas, Madrid, Taurus, 1983.
OTRAS LECTURAS
LOTRINGER, Sylvèrer y GORA, Thomas (eds.): "Polyphonic
linguistics: The many voices of Emile Benveniste", suplemento especial de Semiotica, La Haya, Mouton, 1981.
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