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jueves, 8 de noviembre de 2012

Sartori, Giovanni



Florencia, Italia, 13 de mayo de 1924. Trabajó durante veinte años (1956-1976) como docente de Ciencias Políticas, Sociología e Historia de la Filosofía en la Universidad de Florencia. Luego fue profesor en las universidades norteamericanas de Stanford, Yale y Harvard, siendo actualmente titular de la prestigiosa cátedra Albert Schweitzer de la Universidad de Columbia. Es asimismo editor del Corriere della Sera y director de la Rivista Italiana di Sciencia Politica, consultor de los gobiernos de Italia y México, y miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias.

Hasta los años cincuenta el concepto de democracia no había sido problemático, en el sentido de que existía un amplio consenso entre amigos, escépticos y detractores de la democracia sobre su contenido conceptual. En este contexto Giovanni Sartori, cuyo pensamiento como politólogo versa sustancialmente alrededor del concepto de democracia, publica su primera obra sobre la teoría democrática: Democrazia e definizioni. Las décadas posteriores cambiaron radicalmente el medio ambiente de las ciencias sociales. La discusión científica de este período, lejos de aportar algún progreso al tema, vino a enturbiar el consenso y la claridad, y a confundir el concepto. Así se dio el fenómeno paradójico de que la democracia fue ganando adeptos hasta el punto de ser unánimemente reconocida por todos los interlocutores científicos y todos los actores en la arena política como la única forma de gobierno deseable, y al mismo tiempo fue despojándose prácticamente de todo contenido, convirtiéndose cada vez más en una fórmula vacía aplicable a cualquier cosa. Este fenómeno, de vastísima aceptación y vaciamiento conceptual al mismo tiempo, se debe a una profunda transformación del lenguaje político causado por tres tendencias filosóficas influyentes en el período: el marxismo, sobre todo la Escuela de Francfort, que se apropia del término y lo ensancha indebidamente al mismo tiempo que impregna la discusión con su concepción político-económica e ideológica; el estipulativismo, según el cual las palabras poseen significados arbitrarios y que en última instancia niega la posibilidad de comunicación inteligente dejando cualquier concepto a merced de la arbitrariedad y en definitiva de la manipulación; y el behaviourismo que excluye con su empirismo dogmático toda oportunidad de teorización. Estas tres tendencias y su impacto sobre las ciencias sociales cortan el hilo argumentativo de la discusión sobre la democracia proveniente de una corriente central de la tradición filosófica occidental. La discusión se encuentra entonces, a pesar de haber sido intensa como nunca en la historia, ante una tabla rasa. Lo que se propone Sartori en su Theory of Democracy Revisited –libro fundamental y quintaesencia de décadas de dedicación al tema– es recoger el hilo de la tradición y reconstruir la perdida teoría de la democracia. Dada la situación es necesario partir desde lo más elemental, reunir todos los datos esenciales, y revisar y depurar todos los conceptos. Sartori pretende entonces un trabajo de limpieza, revisión y reconstrucción, una obra fundamental –en el más estricto sentido de la palabra– sobre la teoría democrática.
   Esto es posible porque "democracia" significa algo –algo muy preciso– y esto es pensable, expresable y comunicable en términos claros radicados en la tradición y en la experiencia. Y es necesario porque la democracia, a pesar de su larga historia y de su aceptación generalizada en nuestro tiempo, sigue siendo propensa al fracaso al ser "de todos los sistemas políticos el que más crucialmente depende de la inteligencia (de la mentalidad lógica)"; y porque "las democracias carecen de viabilidad si sus ciudadanos no la comprenden".
   Para abordar el tema y organizar el enorme material, Sartori investiga en dos direcciones diferentes pero complementarias: la tensión entre hechos y valores por un lado, y los procedimientos de prueba y error por el otro. Sorprendentemente inicia su investigación en la primera dirección y la titula El debate contemporáneo, para seguir en la segunda parte con Los problemas clásicos. Era de esperar el orden inverso, que comenzara con la argumentación histórica para abordar después la problemática contemporánea; pero sucede que Sartori se propone en primer lugar como hemos visto, hacer una limpieza conceptual dada la situación de las ciencias sociales contemporáneas. Es pues por razones de urgencia que Sartori se sumerge prioritariamente en el debate contemporáneo. Éste se puede esencializar en el conflicto existe entre los valores y los hechos de la democracia, entre lo ideal "y lo real, o entre la teoría de la democracia y la realidad política de los estados concretamente gobernados en forma democrática. Si bien la historia de la democracia se remonta a la Grecia, las experiencias democráticas efectivas fueron en realidad muy breves y poco concluyentes hasta el siglo xix. Por eso en el debate clásico –y Sartori sostiene que hasta los años cuarenta del siglo xx– no hay división sistemática entre teoría normativa y teoría empírica de la democracia, mientras que la escisión entre lo ideal y la realidad se tematizaba nada más que ocasionalmente y de paso. La experiencia democrática moderna en cambio –la historia de crisis y fracasos pero también de aciertos y afirmaciones– que significan dos siglos de vivencia democrática, hacen al hombre contemporáneo especialmente sensible a esta escisión. El debate se puede por lo tanto centrar en ese conflicto de teoría prescriptiva o normativa, la "que se aplica a, y explica, los ideales y valores de la democracia", y en la teoría descriptiva o empírica "que se aplica a, y generaliza los hechos: cómo funcionan... y qué son en realidad las democracias". El conflicto se deja interpretar como "un debate entre idealistas y realistas, entre perfeccionistas y factualistas, entre racionalistas y empíricos". Ya veremos de qué lado y en qué forma se posiciona Sartori.
   En todo caso esta antinomia le sirve como hilo conductor para revisar la vasta literatura existente y para reconstruir el universo conceptual que discute sobre la democracia, devastado en gran medida por esta misma discusión. Sartori parte de la premisa de que sobre la democracia se puede hablar inteligentemente, que "no es cualquier cosa", que es definible y analizable racionalmente y que por lo tanto es delimitable en relación a todo lo que no es. Por consiguiente pone gran énfasis en contrastar la democracia contra todo lo que no puede llamarse democrático: cualquier tendencia de índole autoritaria, totalitaria, dictatorial o autocrática. El discurso sobre la democracia tiene que defender a ésta contra los abusos que provoca su progresiva desemantización. La cuestión es devolverle sus contenidos al concepto de democracia y a los que la definen y giran a su alrededor. Así Sartori aborda el problemático concepto de pueblo y tantos otros términos y temas controvertidos como los de autogobierno y de opinión pública. Así también se detiene en temas como la escala de la democracia (micro/macrodemocracia), en su horizontalidad o verticalidad, y define claramente términos tan cruciales como democracia política, democracia social y democracia económica. Sus consideraciones desembocan en una minuciosa teoría decisional de la democracia que analiza la naturaleza y las reglas de las tomas de decisiones dentro de este sistema.
   Toda esta discusión y este rastreo van definiendo a lo largo del trabajo la posición que Sartori asume en el debate contemporáneo sobre la democracia: para él los fenómenos o hechos que pueden llamarse democráticos, en definitiva son "pautas de conducta moldeadas por ideales", o "hechos moldeados por valores". Diagnostica y postula pues para la democracia una fuerte e importante autonomía de la teoría normativa por sobre la praxis heterónoma, moldeada por los ideales. Así es de hecho y así tiene que ser. Sólo en segundo lugar hay una retroalimentación de la normatividad por parte de la teoría empírica que a su vez se basa en la praxis (es el caso por ejemplo del problema de los partidos políticos, que constituyen uno de los campos más importantes de la investigación sartoriana).
   En la segunda parte de la obra, que denomina Los problemas clásicos, Sartori enfoca el tema de la democracia desde otra perspectiva: ahora no es la antinomia entre teoría y praxis la que interesa, sino una revisión de la teoría de la democracia que se interpreta como un concepto forjado por una sucesión histórica de procedimientos de ensayo y error.
   Contra el estipulativismo oxfordiano el autor sostiene que las definiciones, si bien en rigor lógico y en definitiva siempre son estipulaciones, no pueden serlo en forma arbitraria o meramente convencional, si se quiere preservar la comunicabilidad y no destruir la intersubjetividad. Esto no significa que se pretenda resucitar las esencias metafísicas detrás de las palabras. No se niega la convencionalidad última de las palabras pero se sostiene que ésta es resultado de un largo proceso reflexivo que elige y descarta entre significados posibles, e innova basándose en experiencias y argumentos. Lo que tiene que hacer una buena definición es atenerse al campo semántico del concepto y mantenerse dentro de él, tratando de disolver, hasta donde sea posible, la ambigüedad del campo, es decir su confusión, su desorden y su ilimitación. Una definición nueva es buena si no arroja arbitrariamente por la borda parte o partes del campo semántico y si no aumenta sino que reduce la ambigüedad de éste, que no es otra cosa que el resultado de los procedimientos de ensayo y error que significan su historia, es decir el conjunto de experiencias que se han acumulado alrededor de lo que está por definirse.
   Así la democracia es un concepto que tiene una historia de dos mil cuatrocientos años desde que aparece por primera vez –aunque sea implícitamente– en el tercer libro de la Historia de Heródoto. Desde ese momento el término empieza a recorrer la historia y a cargarse de experiencia "en el sentido de que sus significados esenciales se van determinando a través del éxito y del fracaso, incorporándose así al saber histórico".
   Las palabras son "recordatorios de la experiencia" y lo que hace Sartori en el caso de la democracia es rastrear minuciosamente esta experiencia desde los griegos hasta nuestros días, deteniéndose en los conceptos clave que hacen al campo semántico de lo que está por definirse: poder, coacción, libertad, igualdad, opinión pública. Este rastreo lleva a comprender que la corriente principal del pensamiento sobre la democracia conduce a la democracia liberal. Es el sistema político que armoniza los contradictorios postulados de libertad e igualdad, pero no en forma definitiva sino siempre crítica. Sartori compara la democracia liberal con una madeja de dos hilos: "mientras no se tocan todo anda bien". Pero los dos hilos siempre están al borde del divorcio. En la democracia y especialmente en la democracia liberal nada puede darse por supuesto. Es una conquista y reconquista permanente. Si bien todos los sistemas políticos modernos son intencionados, es decir están guiados por el propósito de lograr una vida mejor para sus ciudadanos, el único que no ha traicionado sus fines es la democracia liberal. Puede decepcionar, tiene sus flaquezas, pero no traiciona. Esto es así porque es la única forma política que comprende una teoría de su práctica, que incluye medios y fines. Quiere decir que prevé en sus procedimientos la corrección del fracaso. A pesar de esto es un equilibrio crítico el que consigue la democracia liberal, "que funciona sobre una base delicada de ideales y retroalimentaciones procedentes del mundo real que de alguna forma se sostienen mutuamente y contribuyen a sus respectivas realizaciones", un "cuasimilagro", un "círculo virtuoso", pero siempre lábil. Tanto la libertad como la igualdad están siempre en peligro.
   En La democracia después del comunismo, obra concebida como complemento a la Theory of Democracy Revisited, Sartori reflexiona sobre los acontecimientos vividos en Europa a partir de 1989 y su repercusión sobre la teoría de la democracia. La caída de los regímenes comunistas y de su ideología hicieron colapsar la tesis marxista de la existencia de dos democracias: una occidental y burguesa, en la que sólo se garantizaban las libertades formales, y otra comunista y auténtica, identificada con los regímenes políticos de los países de Europa del Este. El ocaso del punto de vista marxista no modifica en absoluto la teoría anterior, que por otra parte había resistido perfectamente el ataque, encontrándonos en este momento, según Sartori, frente a un absoluto vencedor: la única democracia "real" que ha existido sobre la tierra, que no es otra que la democracia liberal.
   Si bien la victoria espacial de la democracia dista bastante de ser global, puesto que poco más de la mitad del planeta todavía está gobernado por regímenes no democráticos, se hace cada vez más cierto "que el único poder legítimo –el único poder al que se le debe libre obediencia– es el poder con una investidura popular, elegido desde abajo".
   Uno de los grandes desafíos que tiene que afrontar la democracia en la actualidad, proviene del profundo cambio estructural en la cultura mediática que produce la televisión. Sartori considera que desde la invención de Gutenberg ésta es la primera revolución de alcances verdaderamente antropológicos: el hombre de Gutenberg –el que lee, abstrae, conceptualiza y racionaliza– se está convirtiendo en el hombre de McLuhan, el "hombre ocular". Esto conlleva cambios igualmente fundamentales en la cultura política, cambios que hasta ahora se pueden observar con mayor claridad en Estados Unidos, pero que se están produciendo tendencialmente en todas las sociedades. El videopoder cambia las condiciones básicas de la formación de la opinión pública, tan esencial para el funcionamiento de la democracia –que es el "gobierno de la opinión"– y pone en peligro su autonomía. Las características más evidentes de la videopolítica son la desconceptualización del discurso político, la reducción del problema a la imagen que conduce a un paradójico localismo político, la conversión de lo político en show business, el culto a una engañosa seudoobjetividad de la imagen, y la "dramatización de lo trivial unida a la castración de la comprensión". El poder manipulador y la consiguiente amenaza para la cultura democrática son evidentes. La revolución parece incontenible y el horizonte que se presenta es francamente desalentador. Sin embargo, Sartori considera que un sistema de partidos sólido y una prensa escrita fuerte pueden contrarrestar la tendencia, y ante todo no es totalmente pesimista en cuanto a las posibilidades de una televisión diferente, más estimulante, más conceptual, más crítica.
   Así y todo, tampoco en el futuro podremos prescindir de los procedimientos de ensayo y error, pero debemos tener en cuenta que los costos serán cada vez mayores: "ahora los errores pueden ser horrores". Por lo tanto hay que encontrar un método, si no para evitarlo, al menos para reducir al mínimo la probabilidad del error mediante un examen cuidadoso y previsor de los mecanismos que están entre los medios y los fines, y de la aplicabilidad de nuestros programas, es decir de lo que creemos deseable. En esta dirección tendría que proyectarse la investigación politológica futura.

 

Bibliografía:        

Democrazia e definizione, 1957 (versión inglesa, Democratic Theory, 1962; trad. esp., Aspectos de la democracia, 1965). 
Parties and Party Systems, 1976 (trad. esp., Partidos y Sistemas de Partidos, 1980). 
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Teoria dei partiti e il caso italiano, 1982.
The Theory of democracy Revisited. Part One: The Contemporary Debate, 1987; Part two: The Classical Issues, 1987 (trad. esp., Teoría de la Democracia I. El debate contemporáneo; Teoría de la Democracia 2. Los problemas clásicos, 1988, eds. posteriores en dos vols.). Elementi di teoria politica, 1990 (trad. esp., Elementos de Teoría Política, 1992).
Seconda Repubblica?, 1992. 
Democrazia: cosa è, 1993. 
La democrazia dopo il comunismo, 1993 (trad. esp., La democracia después del comunismo, 1993).
La comparación en las ciencias sociales, 1994 (con Leonardo Morlino).
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Ingegneria Costituzionale Comparata, 1994 (trad. esp., Ingeniería Constitucional Comparada).
Homo Videns: Televisione e Post-Pensiero, 1997 (trad. esp., Homo Videns. La Sociedad Teledirigida).
La Sociedad Multiétnica. Pluralismo, Multiculturalismo y Extranjeros, 2000.
La Terra Scoppia: Sovrapopolazione e Sviluppo, (con G. Mazzoleni), 2003 (trad. esp., La Tierra Explota: Superpoblación y Desarrollo, 2005)
Mala Tempora, 2004.
La Democracia en 30 Lecciones, 2008.


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