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miércoles, 24 de octubre de 2012

Greimas, Algirdas Julien


 
En una reveladora declaración de 1975 sobre la relación entre su trabajo y el de Vladímir Propp, A. J. Greimas escribe:

Hoy en día, pese a que su valor heurístico está algo disminuido y aunque su postura no es muy original, estamos aún tentados de seguir el ejemplo de Propp y, de acuerdo con el principio de avanzar de lo conocido a lo desconocido, de lo más sencillo a lo más complejo, pasar de la literatura oral a la literatura escrita, de la tradición al relato literario, en nuestro intento de confirmar los modelos teóricos parciales disponibles e incluso hechos recalcitrantes que nos permitan aumentar nuestro conocimiento de la organización de la narración y el discurso (1).

En esta declaración hay, al menos, dos cosas interesantes. La primera es que el «ejemplo de Propp» al desarrollar un modelo de relato tradicional ruso –pese a su notable rigidez– sigue influyendo en la obra de un semiótico de inspiración científica a mitad de los años 70; y la segunda, que el lector advierte las referencias a conceptos metafísicos: el movimiento de «lo conocido a lo desconocido», de lo «más sencillo a lo más complejo» e incluso de «la literatura oral a la escrita» (cfr. la obra de Derrida). Dichas referencias parecen surgir de cierta predisposición filosófica que daría impulso a la semiología de Greimas, pero que éste, al mismo tiempo, ha intentado evitar o transformar. En sus propias palabras, la dependencia implícita de un marco o un grupo metafísico de hipótesis equivaldría a confundir al ser semiótico con la esfera de la ontología, o el ser como tal.
Quizá desde el momento en el que la lingüística intentó separar su esfera de lo extralingüístico, era obligatorio que surgiesen dificultades de carácter conceptual e incluso empírico. Como veremos, aunque Greimas no escapa a dichos problemas, ha avanzado seguramente más que ningún otro especialista en el desarrollo de una teoría estrictamente semiótica (léase descriptiva) del discurso y en el reconocimiento de las verdaderas dificultades que ello implica. Al final, Greimas compensa el esfuerzo, pese a que su esfuerzo incansable por dar un carácter científico a la semiótica corra, en ocasiones, el riesgo de positivismo.
Algirdas Julien Greimas nació en Tula, Rusia, el 9 de marzo de 1917. Llegó a Francia en 1936 para estudiar leyes en la Universidad de Grenoble. Durante su estancia en dicha ciudad, adquirió el gusto por la cultura de la Edad Media. Tras completar su licence en lettres en 1939, Greimas empezó a estudiar el dialecto provenzal. Regresó a Lituania en 1940, para ver su tierra invadida sucesivamente por soviéticos y alemanes. Tras volver a Francia en 1944, inició los estudios de doctorado, que culminaron en su tesis sobre la moda: «La mode en 1830. Essai de description du vocabulaire vestimentaire d'après les journaux de mode de l'époque» (1948) [La moda en 1830: Intento de descripción del vocabulario sobre vestimenta en los periódicos de la época]. En este título hay ecos de Roland Barthes y su El sistema de la moda, que también empezó como doctorado. Murió en París, el 27 de febrero de 1992.
En 1956, Greimas publicó un artículo muy oportuno e influyente sobre la obra de Saussure, que aprovechaba el trabajo de otras dos influencias importantes, Maurice Merleau-Ponty y Claude Lévi-Strauss. Diez años después, en el año culminante del estructuralismo de 1966, Greimas fundó, con R. Barthes, J. Dubois y otros, la revista Langages, además de publicar su obra crucial de semántica estructural, Sémantique structurale. Junto con Todorov, Kristeva, Genette, Metz y otros, Greimas fue también miembro del grupo de investigaciones semióticas de Lévi-Strauss en el Collége de France. Murió en 1992.
La trayectoria intelectual de Greimas es resultado de un esfuerzo para analizar y formalizar todos los aspectos del discurso. Este término incluye no sólo el discurso narrativo, sino también el de las ciencias humanas y sociales. Greimas ha escrito sobre el discurso legal, concretamente sobre la ley francesa relativa a empresas comerciales, y ha señalado que «por lo que respecta a su forma, todo discurso legal es producido por una gramática legal que es distinta de la gramática del lenguaje natural en el que aparece dicho discurso» (2). La presencia de unidades recurrentes, diferenciadas de las unidades lingüísticas convencionales, es uno de los indicios de que existe una gramática más o menos formalizable y la posibilidad de que haya un modelo para las relaciones entre dichas unidades. Como Saussure, Greimas admite la importancia del sistema: un signo aislado no tiene significado. Sin embargo, a diferencia de Saussure, Greimas coloca el énfasis en el lenguaje como un «ensamblaje de estructuras de significación», que implica que el sistema no está predeterminado sino que debe articularse o producirse. El centro de las investigaciones de Greimas es cómo funciona el lenguaje; y ahí se puede ver la influencia de Merleau Ponty. Así, pese a que Greimas estudia las relaciones entre los elementos del discurso –sobre todo, el discurso narrativo–, y no las cualidades sustanciales de dichos elementos, al mismo tiempo se distancia de las creencias idealistas del «padre» de la lingüística general.
Greimas se inspira en Hjelmslev para desarrollar una verdadera parrilla de términos, todo un vocabulario, con el fin de describir y analizar semióticamente el ámbito del discurso. En un plano más o menos auxiliar, nos encontramos con: el «sema» (unidad mínima de significado), el «semema» (el núcleo sémico más los semas contextuales, que corresponde al «significado concreto de una palabra»), el «clasema» (o sema contextual), la «anáfora» (lo que sirve para enlazar expresiones o párrafos), y así sucesivamente (3). Si bien este vocabulario es distinto de la terminología de la lingüística convencional, porque su unidad de análisis no es la oración sino el discurso, sin embargo, Greimas se muestra frecuentemente en deuda con aquella, por el giro técnico que da a términos corrientes como «inventario», «presupuesto» o «práctico» y por cómo considera que la lingüística es «la más desarrollada de las disciplinas semióticas», de la que «se admite que tiene el mayor derecho a ser considerada una ciencia» (4). El valor científico y putativo de la lingüística hace de ella el punto de partida necesario para un investigador que valoraba este rigor intelectual por encima de casi todo lo demás, y que comenzó su labor académica en el campo de la lexicografía. En 1969, Greimas publicó su Dictionnaire de l'ancien français (Diccionario del francés antiguo).
No obstante, la semántica estructural se aparta de la concepción del significado en la lingüística convencional porque no se centra ni en la palabra ni en la oración fuera de contexto, sino en la red de relaciones en la que surge el significado. Como hemos visto anteriormente, dado que, para Greimas, la noción de «red de relaciones» va acompañada de la realización del lenguaje, la semántica estructural se convierte en una semiótica estructural cuando el significado se traslada a unidades de análisis que describen la elaboración de significados en un contexto determinado. En pocas palabras, la semiótica estructural describe el significado del significado. Éste no será intencional (relacionado con el sujeto psicológico) ni hermenéutico (un significado que existe antes de la realización del lenguaje). Greimas pretende estudiar la producción del significado en el discurso: el significado como proceso de significación.
Por discurso, Greimas quiere decir lo mismo que Benveniste: «El lenguaje tal como lo asume la persona que está hablando.» Es decir, el discurso es el lenguaje realizado. Interpretado de este modo, resulta evidente que a Greimas le interesa, en primer lugar, el aspecto parole de la ecuación langue/parole. Sin embargo, no se olvida de la langue, o sistema; porque, para construir una «gramática» semiótica de la producción de significado, debe considerarse que las expresiones están organizadas de una forma concreta; no son simplemente contingentes y arbitrarias. Por esta razón, la semiótica estructural de Greimas, como la etnografía de Bourdieu, se centra en las estrategias, más que en las normas. Las normas presuponen que detrás de las acciones hay un actor que se ajusta a ellas. La noción de norma domina gran parte del primer estructuralismo que, por consiguiente, da prioridad al actor que realiza la acción. En cambio, para Greimas, no existen más que «actantes», entidades producidas por la propia configuración de las acciones discursivas. Del mismo modo, para una semiótica estructural como la de Greimas, no existe un sujeto detrás del discurso; sólo el sujeto producido por el propio discurso. O, mejor dicho, quizá hay un sujeto último, pero éste entra en el ámbito de la ontología, no la semiótica. Greimas afirma que el «actante sintáctico» no es «la persona que está hablando» –el sujeto ontológico–, sino «la persona que está hablando», la persona virtual constituida en función de su habla (5). Además, Greimas, como otros pensadores estructuralistas, desea evitar el psicologismo en relación con el sujeto discursivo. Un actante puede equivaler a dos actores psicológicos; por ejemplo, una pareja de esposos que, juntos, constituyen un haz de funciones pertinentes para el desarrollo de una narración. O una ciudad podría ser un actante, como lo es París en el análisis que hace Greimas de «Dos amigos» de Maupassant (6).
Para describir cómo funcionan los actantes, sobre todo en el discurso narrativo, Greimas ha elaborado una serie de términos esenciales que es preciso entender por completo para apreciar su labor o, llegado el caso, oponerse a ella.
El primer término clave es «modalidad». En lingüística, este término se refería inicialmente a «lo que modifica el predicado de una expresión» (7). Por ejemplo, en la afirmación «Juan tuvo que escribir la carta», el predicado es el modo de obligación. En lógica, la modalidad se refiere al modo en el que algo es, o no es, verdadero o falso; decir que «estuvo enfermo en 1930» es atribuir una modalidad temporal al hecho de estar enfermo. El uso que Greimas hace de la modalidad está quizá más cercano al sentido lógico que al lingüístico, porque quiere dar al concepto un carácter axiomático. La modalización es, pues, lo que caracteriza y limita cualquier situación actancial. En realidad, es lo que está siempre determinado en cualquier situación de ese tipo. Así, «querer», «tener que», «saber», «ser capaz de», «hacer» y «ser», etc., son valores modales fundamentales que corresponden a valores concretos de existencia del microuniverso autónomo y semiótico: «querer» y «ser capaz de» corresponden al plano virtual de existencia de los valores modales, «saber» y «ser capaz de» corresponden al plano de la realidad, y «hacer» y «ser» pertenecen al plano de la ejecución. En resumen, la modalización es un «planteamiento» en forma de «declaración axiomática»; se basa en «un procedimiento hipotético y deductivo», y no en la inducción.
Las modalizaciones determinan excesivamente la acción de los actantes, los sujetos del discurso narrativo. Como tienen una relación concreta con las acciones, son necesariamente discontinuas. Por tanto, son incapaces de explicar estados continuos relativos, por ejemplo, a la pasión y la emoción, a las actitudes –o «modalizaciones del estado del sujeto» (8)–, en vez de las acciones. Además, si las modalizaciones derivan de una axiomática que produce un orden y un sistema, las pasiones introducen un carácter desordenado, incompleto, entrelazado, con ondulaciones e inestabilidades; procesos que son precisamente muy difíciles de sistematizar. En vista de ello, Greimas introduce en su estudio semiótico de las pasiones el término «aspectualidad», y observa que ésta predomina en el poema de Paul Eluard Capital de la douleur, porque dicho poema se centra en lo incompleto, más que en el «valor semántico de los objetos que se desean». Por ejemplo: «el amor es aceptable sólo al principio; la mirada, cuando los párpados se abren al despertar; el día, en el momento en que rompe con la oscuridad; la vida humana, en la infancia». Es decir, el poema de Eluard aprecia las cosas incompletas. Un elemento clave de la aspectualidad es la importancia del lugar que ocupa en él el cuerpo en relación con las pasiones y la actitud del sujeto, una iniciativa que se agradece en un conjunto de estudios que aparenta ser increíblemente abstracto y cerebral.
«Isotopía» es otro término fundamental en el vocabulario semiótico de Greimas. Como señaló Ronald Schleifer en su Introducción a la traducción inglesa de Sémantique structurale, Greimas, gracias a la noción de isotopía, pudo trasladar el centro de atención de la semiótica, de la oración al discurso. La isotopía, tomada de la química (Greimas toma frecuentemente prestados términos de las ciencias naturales), se refiere a niveles paralelos de significado dentro de un solo discurso homogéneo. Se diferencia de la oposición jerárquica entre «superficial y latente» y la hace redundante, además de estar más próxima a la estructura del juego de palabras. La isotopía permite que distintos elementos (significados, acciones, expresiones) se relacionen con el mismo discurso. En su estudio del relato breve de Maupassant «Dos amigos», Greimas muestra que una isotopía puede ser: actorial, cuando se ve que unos fragmentos que describen acciones separadas se refieren, en definitiva, al actor, «París»; discursiva, cuando se ve que unas estructuras ejecutadas de forma independiente se refieren al mismo sujeto; figurativa, cuando el texto se convierte en vehículo para diversas alegorías o parábolas diferentes; y temática, cuando el texto implica un conocimiento que va más allá del conocimiento narrativo (en este caso, sobre la pesca y la amistad). Con la «isotopía», Greimas considera que ha restado validez a la distinción de Freud, en La interpretación de los sueños, entre el contenido «latente» y «manifiesto» del sueño (9). Sin negar ni la posible penetración de la «isotopía» ni las complejidades de la cuestión, deberíamos recordar quizá que, si Greimas investiga de qué forma un texto ya homogéneo (por ejemplo, «Dos amigos») es homogéneo, Freud se ocupaba, en la mayoría de las ocasiones, de una serie de elementos radicalmente heterogénea con la que era preciso elaborar un texto homogéneo. Por consiguiente, es probable que las nociones de «manifiesto» y «latente» sean distintas en ambos casos.
Vamos a intentar ahora una valoración del esfuerzo de Greimas, en primer lugar, con respecto a la separación de lo semiótico y lo metafísico, planteada al principio, y, segundo, en relación con el análisis que hace de la última parte de su estudio semiótico sobre el relato de Maupassant «Dos amigos», ya mencionado. Respecto a la separación de lo semiótico y lo metafísico, o lo ontológico, podríamos limitarnos a hacer la siguiente pregunta: ¿es verdaderamente factible esta separación, teniendo en cuenta que el lenguaje natural, que contiene numerosas incrustaciones metafísicas (cfr. Derrida), tiene que ser el vehículo para la ciencia de la semiótica? Las pruebas presentadas por el propio lenguaje de Greimas parecerían confirmar que existe una dificultad genuina.
En cuanto al estudio de Greimas sobre «Dos amigos» de Maupassant, resulta indudablemente sospechoso, desde un punto de vista metodológico, examinar un comentario sobre el final de la historia aisladamente de lo que lo ha precedido. Pese a ello, lo que sigue es un argumento general e intenta tener en cuenta la labor de Greimas en su conjunto.
En primer lugar, se advierte que el texto de base –«Dos amigos»– comprende apenas seis páginas, mientras que el texto analítico tiene casi 250 páginas de largo. Dicha disparidad, típica de este trabajo (10), parece poner en tela de juicio la posibilidad práctica de analizar, no sólo un texto más largo, sino más complejo. Sobre todo, el lector empieza a preguntarse si Greimas ha dejado realmente atrás la minuciosidad lingüística que caracteriza a los estudios de la oración.
Más importante es que el modo en que su análisis aborda el desenlace de la historia plantea ciertas dudas sobre la perspicacia del trabajo de Greimas. Después de ser apresados por los prusianos (es la época de la guerra franco-prusiana) mientras disfrutaban de un día de pesca, los dos amigos son fusilados por ser espías franceses y sus cuerpos son arrojados al río de donde procedían sus peces. Una vez ejecutados, el oficial prusiano que la había dirígido ordena que se cocine el pescado vivo. Inmediatamente después llega la última línea: «Entonces empezó, de nuevo, a fumar su pipa.»
Aquí, al lector le choca con gran energía el agudo contraste entre la frase final y los hechos inmediatamente anteriores. Esta última línea, podríamos sugerir, al estar tan fuera de lugar –o, más bien, por parecer tan arbitraria–, guarda la clave del poder emocional del relato, un poder creado por el sentido de la cruel indiferencia del oficial prusiano. Pese a sus referencias –mediante el empleo de la isotopía– a simbolismos cristianos y de otro tipo, Greimas no aborda en ninguna parte este aspecto esencial de la historia. En el segmento que se ocupa de las últimas líneas del relato escribe lo siguiente: «Fumar una pipa» es, sin duda, la representación figurativa de un estado de calma, caracterizado por la ausencia de perturbaciones somáticas o noológicas» (11). Para Greimas, la última frase es un elemento que contribuye a parte de la gramática del discurso narrativo que está intentando construir. Desde esta perspectiva, intenta mostrar la estructura de lo que denomina las posibilidades del discurso narrativo, constituidas por modalidades, isótopos, acciones cognitivas y pragmáticas, etc. Esta gramática sería el sistema implícito en los procesos narrativos. De manera muy laudable, da prioridad a la estrategia sobre las normas. Sin embargo, en un sentido fundamental, sigue pareciendo externo a los procesos que aísla; sigue dominando el texto de base y parece que ése es su objetivo clave, además de evitar ser dominado (es decir, desorientado) por él.
Dicho esto, la aspiración científica que constituye la base del proyecto de Greimas comprende la apertura hacia la modificación de la teoría a la luz de las dificultades encontradas. Por consiguiente, en principio, quizá sería posible terminar justificando el poder emocional del texto, aunque plantee el mayor desafío afrontado por la semiótica estructural.


NOTAS


  1. A. J. Greimas, Maupassant: The Semiotics of the Text, trad. de Paul Perron, Amsterdam y Filadelfia, John Benjamins, 1988, pág. xxiv.
  2. A. J. Greimas, Narrative Semiotics and Cognitive Discourses, trad. de Paul Perron y Frank Collins, Londres, Pinter Publications, 1990, pág. 108.
  3. El lector hallará un excelente inventario muy elaborado de todos los términos relevantes de la obra de Greimas en A. J. Greimas y J. Courtés, Semiotics and Language: An Analytic Dictionary, trad. de Larry Crist et al., Bloomington, Indiana University Press, 1982.
  4. Greimas, Narrative Semiotics and Cognitive Discourses, pág. 12.
  5. Ibíd., la cursiva es de Greimas.
  6. Greimas, Maupassant: The Semiotics of the Text, pág. 3.
  7. Greimas y Courtés, Semiotics and Language, pág. 193.
  8. A. J. Greimas y Jacques Fontanille, The Semiotics of Passion (1991), trad. de Paul Perron y Frank Collins, Minneapolis y Londres, University of Minneapolis Press, 1991, pág. 5.
  9. A. J. Greimas, Structural Semantics: An Attempt at a Method, trad. de Daniele McDowell, Ronald Schleifer y Alan Velie, Lincoln, University of Nebraska Press, 1983, pág. 112.
  10. Véase Greimas, «On chance occurrences in what we call the human sciences: Analysis of text by Georges Dumézil», en Narrative Semiotics and Cognitive Discourses, págs. 59-61.
  11. Greimas, Maupassant: The Semiotics of text, pág. 243.



PRINCIPALES OBRAS DE GREIMAS

Sémantique structurale (1966).
Semiótica del texto: ejercicios prácticos (1976), Barcelona, Paidós, 1993,
A. J. Greimas y J. Courtés, Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje (1979),Madrid, Gredos, 1990.
Del sentido II: Ensayos semióticos (1983), Madrid, Gredos, 1990.



OTRAS LECTURAS

SCHLEIFER, Ronald: A. J. Greimas and the Nature of Meaning: Linguistic Semiotics and Discourse Theory, Lincoln, University of Nebraska Press, Londres, Croom Helm, 1987.

SORENSEN, Dolf: Theory Formation and the Study of Literature, Amsterdam, Rodopi, 1987.



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