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sábado, 27 de octubre de 2012

Attali, Jacques




Argel, Argelia, 1943. Estudió en el Liceo parisiense Janson de Sailly, en la Escuela Politécnica y en la Escuela Nacional de Administración. Graduado como Ingeniero en Minas, diplomado en el Instituto de Estudios Políticos de París, Doctor en Ciencias Económicas, ha sido profesor de Ciencias Económicas en la Escuela Politécnica, Director de Seminario en la Escuela Nacional de Administración, Director del Laboratorio Iris en la Universidad de París. Fue asimismo miembro del Consejo Directivo del Partido Socialista Francés, Consejero del Presidente François Mitterrand, y desde 1991 hasta 1993 Presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD). Ha obtenido los premios Henri Poincaré y Laplace de la Academia Francesa.

Ingeniero y economista por formación académica, Jacques Attali es autor de numerosos trabajos –mayoritariamente ensayos– en los que ha abordado una temática amplia y enfocada desde diversas perspectivas de análisis, por lo que resulta dificil encasillar sus características como autor y su obra misma en una única disciplina. Se lo puede caracterizar sin embargo como un teórico de las formas sociales, económicas y políticas en cuya producción intelectual, ciertamente original y polémica, convergen en compleja combinación elementos de la física, la historia, la economía, la informática, la lingüística, la antropología, la biología. Así, por ejemplo, toma teorías del campo de la termodinámica o de la informática para aplicarlas al análisis de un determinado orden social o un sistema económico. El mismo ha señalado en este sentido que en épocas de grandes cambios las teorías sociales suelen fundarse en metáforas tomadas de otras ciencias, considerando al respecto que en este tiempo la metáfora útil proviene del área de la información, tal como la teoría del orden por el ruido a la que acude en varios de sus libros. De acuerdo a ella el mantenimiento de una determinada forma u orden depende de que la información circulante adquiera un sentido para todas sus partes. Si el ruido –entendido como lo nocivo, la violencia, el mal– interfiere en la información, genera un desorden, pero puede sin embargo crear un orden nuevo a partir de la ruptura del anterior, transformándose así de parásito en reorganizador de la forma. Ésta depende entonces, para su funcionamiento, y hasta para su supervivencia, de la reacción que adopte frente al ruido.
   Del mismo modo, sin ser específicamente un historiador, Attali recurre de manera permanente al desarrollo histórico de los temas que aborda, pero lo hace más para fimdamentar sus hipótesis que como un estudioso del pasado. Éste parece interesarle como medio para hallar un sentido lógico al porvenir, tomándolo como parte integrante de un proceso global de cambio. De aquí que el punto de partida de todo análisis sea para este autor la noción de crisis, entendida como un estado permanente de la realidad. El perfil de la actual disolución de formas y valores plasmados a partir del capitalismo, por ejemplo, como también la crítica a la idea de progreso en sentido lineal, basada en el dominio económico y tecnológico por parte del mundo desarrollado, están ya presentes –seguramente como correlato de su filiación dentro del socialismo– en algunos de sus trabajos aparecidos en los años setenta.
   Sin embargo, por la misma época afirmaba la necesaria revisión de las categorías intelectuales vigentes, puesto que nada conservaba ya un lugar estable, se tratara de la naturaleza, de la historia, del estructuralismo o del marxismo. Encara entonces su tarea de análisis por medio de una elaboración teórica que combina la certeza de que la realidad es diversidad –siendo por este motivo irreductible a fórmulas estrechas– con un enorme esfuerzo integrador de esa diversidad en una visión omnicomprensiva. En sus primeros libros propone la utilización de métodos matemáticos para el estudio de los fenómenos propios de la ciencia política. Los modelos políticos es así una exposición de diversas teorías que permiten la medición o clasificación de cuestiones que van desde los comportamientos humanos que inciden en este campo –la toma de decisiones, por ejemplo– hasta las estructuras y objetivos de los partidos políticos.
   Luego, en La herramienta y la palabra, quizá uno de sus libros más complejos conceptualmente, parte de la idea del fin del keynesismo, es decir de la crisis de un sistema que garantizaba a partir del consumo el orden social, para plantear distintos modelos de sociedad combinando tres variables: la producción y la legitimación y organización espacial del poder. Define dichos modelos desde los conceptos de energía e información, concluyendo en la necesidad de que el hombre, actual "esclavo informado", construya nuevas formas de relación en el marco de una sociedad más autónoma, no dominada por los sacrificios de la producción ni por las distorsiones de la información. Respecto a las herramientas intelectuales afirma que las doctrinas económicas –marxismo incluido– no ofrecen ni el marco teórico ni el enunciado de un proyecto social alternativo, sosteniendo además que las teorías deben desmitificarse al mismo tiempo que son creadas, para evitar dogmatismos que se transformen en caricaturas de las ideas.
   En trabajos posteriores, sin dejar a un lado una visión de conjunto, pasa a tomar un determinado elemento como metáfora-guía de sus análisis. Es el caso de Ruidos, singular texto de economía política en el que aparece la música como clave de comprensión de los resortes del poder. Nuevamente surge la noción de ruido como desorden, constituyendo la música un medio para dominarlo, un instrumento de poder que ha sido, según él, estratégicamente utilizado en tres formas básicas vinculadas a sendas etapas históricas. La primera de ellas sería la ritual, destinada a "hacer olvidar" la violencia para mostrar la viabilidad de la organización y la convivencia social. La segunda tendrá que ver con la representación y servirá para "hacer creer", para convencer acerca de la armonía del mundo que se transformará así en una mercancía. Luego las nuevas formas de almacenar la música a partir del disco, por ejemplo, se utilizarán para "hacer callar", para imponer silencio por medio de la ocupación de los espacios sonoros posibles desde el sonido reproducido, desde la repetición.
   En El Orden Caníbal, el eje del análisis será la medicina a través de varias líneas argumentases: 1) la lucha contra el mal y las maneras de conjurarlo han tomado varias formas a lo largo de la historia, siendo la primera de ellas el canibalismo, aquella en la que el hombre se come a sí mismo para vencer a la muerte. Vendrán luego la religión, la policía, la medicina, la genética, cada una con su propia organización del poder; 2) en el mundo actual, dominado por la tecnología, dicho poder pasa por el manejo del código que permite controlarla, y la noción de mal por el desconocimiento de dicho código, por el no sentido, por el ruido o interferencia. Si el lenguaje dominante es el de los códigos, todo el saber sobre la sociedad se traduce en ese lenguaje a través del cual se comprende tanto el mal como su puesta en orden; 3) el mismo avance tecnológico, expresado en la presencia cada vez mayor de aparatos en la medicina, preanuncia cambios que van desde la posible desaparición del médico reemplazado por aquéllos, hasta la emergencia de un nuevo orden social en el que el hombre puede llegar a ser un objeto biológico-industrial de consumo, en una nueva forma de canibalismo.
   Del resto de la producción de Attali podemos destacar, como especialmente significativos dentro de su línea de pensamiento, en primer lugar Los Tres Mundos, obra de teoría económica en la que, a partir de los diferentes discursos sobre lo verdadero analiza las teorías existentes sobre la crisis, definiendo así tres representaciones del mundo ligadas respectivamente a los conceptos de regulación, producción y organización. Luego, la Historia de la Propiedad, quizá el más plenamente histórico de sus libros, en el que despliega un amplio panorama, no sólo de las formas que alcanzó la tenencia de bienes, sino de los cambios habidos en el concepto mismo de propiedad. Tener y ser se han confundido a menudo –explica–, lo mismo que tener y durar, por lo que relaciona el afán de posesión con la lucha constante del hombre contra la muerte.
   Desde comienzos de los años noventa, Attali se ha dedicado de lleno a la problemática de la transición hacia el próximo siglo, interesándose especialmente por el papel que le cabe a Europa dentro de ese contexto. Lo hace en incontables artículos y conferencias referidos a temas como la unificación europea en la Comunidad Económica, el colapso del comunismo, la relación entre la Europa Occidental y la Oriental. Lo hace en 1492, que, pese a ser un amplio fresco sobre el crucial año del descubrimiento de América, es también una reflexión sobre el destino del Viejo Continente. Lo hace en Milenio –suerte de síntesis de las ideas desplegadas en libros anteriores–, en donde traza las líneas de horizonte del mundo por venir, que vislumbra configurado por dos grandes bloques de poder: el de Japón en el Pacífico y el de Europa Occidental en el Atlántico. Señala allí además la influencia recibida de otros autores, mencionando a Lévi-Strauss, Braudel, Dumézil, Prigogine, Girard, Serres, Stourdzé, Wallerstein.
   Respecto a las preocupaciones actuales de Attali sobre el curso de la política francesa y mundial, Verbatim –diario en el que refleja lo acontecido a lo largo de la década en la que fue asesor y hombre de confianza del finado presidente francés François Mitterrand– aparece como particularmente rico en datos y referencias. Es quizá su trabajo más polémico, por las reacciones que ha despertado, y del cual conocemos sólo el primer tomo de los dos previstos.
   En toda la obra de Attali, aquí someramente descrita, pese a la aparente diversidad de enfoques y temas, una constante es la transición hacia un futuro cuyos cambios apenas entrevemos, pero que podemos comenzar a definir a partir de las crisis, actuales o históricas. Es que sólo pueden sentarse presunciones serias acerca del futuro tendiendo lazos de unión entre los innumerables aportes de las ciencias sociales, mezclando –según sus propias palabras– ciencia e historia.



Bibliografía:

Analyse Economique de la Vie Politique, 1973. 
Modèles Politiques, 1973 (trad. esp., Los modelos políticos, 1974).
L'Anti-Economique, 1974 (trad. esp., El Antieconómico, 1976). 
La Parole et l'Outil, 1975 (trad. esp., La herramienta y la palabra, 1981). 
Bruits (Essai sur l'Economie Politique de la Musique), 1977 (trad. esp., Ruidos. Ensayo sobre la economía política de la música, 1978). 
La Nouvelle Economie Française, 1978. 
L'Ordre-Cannibale, 1979 (trad. esp., El orden caníbal: Vida y muerte de la medicina, 1981).  Les Trois Mondes, 1981 (trad. esp., Los Tres Mundos. Para una teoría de la post-crisis, 1982).
Histoires du Temps, 1982. 
La Figure de Fraser, 1984.
Un Homme d'Influence: Sir Siegmund G. Warburg, 1985 (trad. esp., Un hombre de influencia: Sir Siegmund Warburg 1902-1982, 1992).
Au Propre et au Figuré, 1988 (trad. esp., Historia de la Propiedad, 1989).
Lignes d'Horizon, 1990 (trad. esp., Milenio, 1991).
1492, 1991 (trad. esp., 1492, 1992). 
Verbatim I (1981-1986), 1993. 
Europa(s), 1994. 

OBRAS DE FICCIÓN:
La Vie Eternelle, 1989 (trad. esp., La vida eterna, 1991). 
Le premier jour après moi, 1991.



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