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sábado, 27 de octubre de 2012

Apel, Karl-Otto




Düsseldorf, Alemania, 15 de marzo de 1922. Realizó sus estudios universitarios en Bonn, donde fue discípulo de Erich Rothacker y condiscípulo de Jürgen Habermas, con quien ha seguido trabajando de manera permanente. Hizo la formación pedagógica en Maguncia, con Gerhard Funke. Ha sido profesor en las universidades de Kiel, Saarbrücken y Francfort, en la que es actualmente profesor emérito.

El pensamiento de Apel está influido por fuentes diversas: la hermenéutica de la línea de Dilthey (a través de su maestro Rothacker) y la de Heidegger; la fenomenología de Husserl, la filosofía lingüística de Peirce, Wittgenstein, Austin, Searle y otros; la Escuela de Francfort, la Escuela de Erlangen, Theodor Litt, Max Weber, Popper, Kohlberg, y algunos clásicos como Leibniz, Hegel, y fundamentalmente Kant. Sus investigaciones recorren también diferentes campos como la filosofía del lenguaje o la teoría de la racionalidad, aunque han ido orientándose cada vez más hacia el área de la ética.
   Apel desarrolla lo que él denomina una "pragmática trascendental del lenguaje", en la que intenta ser una mediación entre la filosofía trascendental kantiana y ciertos logros de la filosofía analítica correspondientes al "giro lingüístico" (o sea el desplazamiento del "paradigma de la conciencia" en favor del "paradigma del lenguaje"). Dicha mediación adquiere el carácter de una "transformación de la filosofía": se investigan –como quería y enseñaba Kant– las condiciones trascendentales de posibilidad y validez; pero no se las busca meramente en estructuras concienciales –a las que se había limitado el trascendentalismo kantiano–, sino sobre todo en el lenguaje.
   La idea dominante es que, para asegurar la validez objetiva, entendida como intersubjetividad, es preciso superar el "solipsismo metódico" característico de la filosofía que se extiende entre Descartes y Husserl. Con tal superación se vincula también el imprescindible pasaje de una concepción monológica de la razón a otra dialógica. A partir de la tridimensionalidad lingüística descubierta por Peirce y desarrollada luego (como tríada semántica-sintaxis-pragmática) en la semiótica de Morris y Carnap, pone Apel especialmente de relieve la pragmática, es decir la dimensión correspondiente a la relación del signo lingüístico con sus usuarios o intérpretes. Pero no la concibe en el sentido empírico en que con preferencia se refería a ella la filosofia analítica de corte positivista, sino en un sentido trascendental. Sostiene, en otros términos, que es justamente allí donde deben buscarse las "condiciones de posibilidad" de todo conocimiento lingüísticamente formulado.
   En ese marco establece también una "ética de la comunicación" o "ética del discurso", en que se hace posible una "fundamentación última" de lo moral, entendida como explicitación de principios irrebasablemente válidos para todo argumentante, ya que pueden "reconstruirse" mediante "reflexión trascendental" sobre las condiciones de posibilidad de la argumentación. Se trata de explicitar lo que está necesariamente presupuesto en todo acto de argumentar y, por tanto, no puede ser cuestionado argumentativamente. Entre tales presupuestos se encuentra el de una "comunidad ideal de argumentación" (conjunto de condiciones ideales en las cuales el diálogo entre argumentantes siempre conduciría al consenso). Dado que la argumentación es una forma de comunicación, resulta que también está implícita una "comunidad ideal de comunicación". Cualquier cuestionamiento de estos presupuestos equivale a la comisión de una "autocontradicción performativa" (es decir, una contradicción entre el contenido semántico de lo que se dice y lo que está necesariamente presupuesto en el acto de decirlo). Se llega a una "fundamentación última" cuando lo reflexivamente fundamentado no puede negarse ni cuestionarse sin autocontradicción performativa ni fundamentarse a su vez deductivamente sin petitio principii (o "círculo lógico").
   En tal sentido, la fundamentación última de la ética consiste en hacer explícita la "norma básica" (necesariamente presupuesta en toda argumentación) según la cual todo conflicto de intereses debe procurar resolverse, no por medio de violencia, sino por medio de argumentos y del consenso que éstos permitan alcanzar. El diálogo en que se emplean tales argumentos se denomina "discurso práctico", y en él han de tenerse en cuenta no sólo los intereses de los participantes, sino también los de todos los posibles afectados por las consecuencias de las acciones consensuadas. La norma básica representa, así, un principio procedimental para legitimar normas situacionales concretas. Mientras la "norma básica" es a priori y tiene por tanto validez universal, las "normas situacionales" son contingentes, con validez restringida a una situación determinada.
   Esta propuesta de fundamentación es denominada por Apel "parte A" de la ética, advirtiendo que hay en ella dos niveles, correspondientes respectivamente a la "norma básica" y al "discurso práctico". A partir de aquí se plantea otro problema: el de las condiciones históricas de aplicación de la "norma básica", ya que no siempre es posible aplicar efectivamente dicha norma. Esta dificultad es tematizada como "parte B" de la ética, donde se sostiene que cada persona individual y cada institución, cada país, etc., constituyen "sistemas de autoafirmación" que imponen determinadas responsabilidades al agente moral. Éste puede verse obligado, en ocasiones, a violar la "norma básica", recurriendo a manejos estratégicos en lugar de buscar el consenso. La "parte B" se estructura entonces como una "ética de la responsabilidad". La ética del discurso tiene que contemplar los límites que las condiciones históricas imponen a la observancia de la norma básica. Hay un evidente conflicto entre el respeto del principio reconocido y la responsabilidad asumida, o sea, entre la "parte A" y la "parte B" de la ética. Para resolverlo, esta última tiene que incluir un "principio de complementación" que permita tener en cuenta la responsabilidad frente al propio sistema de autoafirmación sin renunciar al reconocimiento de la validez de lo exigido por la norma básica. Dicho principio establece la obligación de procurar la realización "a largo plazo" de la "comunidad ideal de comunicación", es decir, de ir posibilitando un acortamiento de la distancia entre ésta y la "comunidad real de comunicación". En otros términos: se trata de adoptar una línea de comportamiento –por ejemplo, mediante la contribución a institucionalizar los "discursos prácticos"– que acerque las "condiciones contrafácticamente anticipadas" en la norma básica a las condiciones fácticas determinadas por la situación histórica concreta. Dicho principio puede formularse, muy resumidamente, como exigencia de minimizar la acción estratégica y de maximizar en cambio la acción consensual-comunicativa, o sea, como admisión de recursos estratégicos que no sobrepasen lo necesario (y que muestren tendencia a disminuir), siempre que vayan asociados al esfuerzo por lograr tanta formación efectiva de consenso como sea posible.


Bibliografía:  

Die Idee der Sprache in der Tradition des Humanismus von Dante bis Fico, 1963. 
Analytic Philosophy of Language and the "Geisteswissenschaften", 1967. 
Transformation der Philosophie, 1973 (trad. esp., La transformación de la filosofía, 1985).  Der Denkweg von Charles Peirce. Eine Einführung in den amerikanischen Pragmatismus, 1975. 
Sprachpragmatik und philosophie (ed.), 1976. 
Neue Versuche über Erklären und Verstehen (ed.), 1978.
Die Erklären: Verstehen -Kontroverse in transzendental- pragmatischer Sicht, 1979.  Praktische Philosophie/Ethik. Reader zum Funk-Kolleg (coed.), 1980-1981. 
Praktische Philosophie/Ethik: Dialoge (coed.), 1984. 
Praktische Philosophie/Ethik: Studientexte (coed.), 1984 (trad. esp., Estudios éticos, 1986).  Diskurs und Verantwortung. Das Problem des Übergangs zur postkonventionellen Moral, 1988.
Zur Rekonstruktion der praktischen Philosophie. Gedenkschrift für Karl-Heinz Ilting (coed.), 1990. 
Una ética de la responsabilidad en la era de la ciencia, 1990. 
Penser avec Habermas contre Habermas, 1990. 
Teoría de la verdad y ética del discurso, 1991.
Etica comunicativa y democracia (coed.), 1991. 
Semiótica filosófica, 1994. 
Discurso y realidad. En debate con K. -0.  Apel (con otros autores), 1994.

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