Hermanville-sur-Mer, Francia, 3 de agosto de 1925. Doctor
en Letras, fue profesor en la
Facultad de Letras París-Nanterre de 1966 a 1969. Desde 1960 es
director de estudios en l'École des Hautes Études en Sciences Sociales, y desde
1989 miembro del Collège de la
Prévention des Risques Technologiques.
Alain
Touraine considera que estamos asistiendo a una fase culminante de la crisis de
los modelos de desarrollo desatada a principios de los años ochenta. Están
operándose transformaciones fundamentales en las sociedades de los países en
desarrollo, y en el contexto económico estos cambios provocarán inevitablemente
variaciones totales en las condiciones en las que hasta ahora se concebían y
formulaban los proyectos.
En esta sociedad, que Touraine considera más
apropiado llamar sociedad programa,
es necesario no seguir en el camino del funcionamiento del sistema social,
sino en el de la formación de la acción histórica –entendida ésta como el modo
en que los hombres hacen su historia–, lo que significa apartarse de los
análisis tradicionales que centran el objeto de su investigación en las
intenciones y las representaciones de los actores sociales, sus interacciones,
influencias, negociaciones; en suma, sobre el juego social.
Puede hallarse un primer tipo de
transformaciones en la sociedad como resultado de la diversificación de los
actores del desarrollo. Si durante décadas el Estado aparecía como el actor
privilegiado y prácticamente exclusivo de la formulación y de la implementación
de los proyectos, de los planes y de los programas, así como del control de los
procesos reales, en los últimos años puede hablarse de la emergencia de
sociedades civiles que disputan al Estado un espacio de autonomía creciente.
El
crecimiento es el resultado no sólo de la acumulación del capital sino de un
conjunto de factores sociales, donde el papel de la investigación científica y
técnica, de la capacidad de programar el cambio, de la formación profesional,
hacen del conocimiento su dependencia fundamental y, por consiguiente, crean en
la sociedad su capacidad creativa.
En
el plano económico la disputa entre la sociedad civil y el Estado se presenta
como una oposición entre las corrientes "neoliberales" que plantean
el sostenimiento del conjunto a los mecanismos del mercado, y las corrientes
"estatistas" que proponen el mantenimiento de sectores considerados
como estratégicos en el dominio público o alguna forma de tutela estatal. En
este mismo plano la aparición o el reforzamiento de corrientes "autogestionarias"
en los países en desarrollo, muestran que existen fórmulas alternativas que
tienen en cuenta las expectativas de autonomía de los actores de la sociedad
civil.
En
la actualidad están en juego los conflictos, los movimientos por los cuales el
crecimiento económico se transforma en un tipo de desarrollo social, y a través
de los cuales prosigue el enfrentamiento de la participación dependiente y de
la contestación creadora. La autonomía del Estado respecto de los centros de
decisión económica se hace más débil en todas partes y con frecuencia
desaparece.
En
la medida en que la sociedad civil amplía sus espacios de autonomía, los
proyectos de desarrollo ya no podían ser concebidos como procesos tecnocráticos
llevados a cabo desde el interior del centro de decisiones públicas, sino como
procesos en los que se expresan las necesidades, las aspiraciones y la voluntad
de protagonismo de una pluralidad de actores.
La
dominación social adopta actualmente tres importantes formas:
1)
La de la integración social, pues el aparato de producción impone unos
comportamientos que están de acuerdo con sus objetivos, y por lo tanto con su
sistema de poder.
2)
La de la manipulación cultural. La educación escapa de las manos de la familia
e incluso de la escuela, considerada como un ambiente autónomo. Pasa a lo que
Georges Friedman ha llamado la escuela
paralela, sobre la cual se
ejerce más directamente la acción de emisores centrales.
3)
La actual sociedad de aparatos, dominada por grandes organizaciones que son a
la vez políticas y económicas, se orienta más que nunca hacia el poder, hacia
el control estrictamente político de su funcionamiento interno y de su entorno.
Así
es como hoy resulta más útil hablar de alienación que de explotación, pues la
primera define una relación social, mientras que la segunda sólo una económica.
En
el plano político, la emergencia de la sociedad civil se expresa en la
exigencia de la democratización del sistema de poder. Si esta exigencia se ha
visto satisfecha últimamente en la casi totalidad de los países de América
Latina, región que Touraine conoce bien, la reivindicación democrática continúa
expresándose con gran rigor en otras latitudes, donde aún imperan diferentes
formas de autocracia.
En
el plano social la renovación de la acción sindical aparece como el resultado
más genuino de la pujanza de la sociedad civil. El sindicalismo de los
asalariados es un sindicalismo de control. Tiene, en esta concepción ampliada
por el pensamiento anglosajón, una doble orientación: no es sólo un agente de
reivindicación social sin preocuparse por la racionalidad económica, sino que
es un integrador social en forma directa y un responsable económico en forma
indirecta.
En
el plano cultural el reconocimiento de identidades étnicas o religiosas
reprimidas largo rato en nombre de la unidad nacional, revela las aspiraciones
irreductibles de las sociedades al pluralismo cultural. Touraine hace
referencia al pensamiento de Raymond Aron con respecto a la universidad, la
cual –dice– se convierte hoy en el lugar privilegiado de oposición a la
tecnocracia y a las fuerzas dominantes asociadas a ella. Mientras el
conocimiento científico no desempeñaba un papel esencial en la evolución
económica, mientras no era una fuerza de producción considerable, la
universidad era sobre todo un lugar de transmisión y defensa del orden social y
de los legados culturales. El enorme desarrollo numérico de las universidades
no puede separarse del progreso del conocimiento científico y técnico,
convirtiéndose la educación en un crítico cada vez más importante para
determinar la jerarquía social.
La
política ha entrado a la universidad porque el conocimiento es una fuerza
productiva, siendo aquélla el lugar donde el movimiento de la investigación y
la rebelión de la juventud están asociados; es la única gran organización que
puede ser, en tanto tal, una fuerza de contestación –nos dice Touraine– de los
aparatos políticos y económicos. Si no lo es se convierte, cualesquiera sean
las intenciones de los profesores, en un instrumento de participación, de
alienación. El empeño social de los estudiantes es el único que puede
transformar el esfuerzo de análisis de los profesores, pero es tarea de éstos
reforzar constantemente las exigencias internas del conocimiento, reemplazar la
ideología por la explicación, la pasión por la razón.
Touraine
encontró el primer tipo de transformación de la sociedad en la multiplicidad y
en la variedad de caminos que recorrieron los actores del desarrollo; y
encuentra el segundo tipo de transformaciones en el campo tecnológico, en lo que
se ha dado en llamar la tercera
revolución industrial. Esto altera las relaciones de
producción, las formas de trabajo, las pautas de consumo y los flujos
tradicionales del intercambio internacional. De esta manera el modelo global
prevaleciente desde la primera revolución industrial, que sirvió de referencia
ineludible a todos los proyectos de desarrollo, aparece caduco.
La
dinámica diferente que los sectores electrónicos "de punta" –nuevos
materiales, biotecnologías– imprimen al proceso productivo, está configurando
un nuevo modelo tecnoindustrial de referencia cuyos perfiles no son aún
nítidos. Sin embargo, es en relación a este modelo que deben necesariamente
elaborarse las estrategias económicas y sociales.
Llegado
a esta realidad, Touraine se plantea el siguiente interrogante: "¿Pueden
el economista o el sociólogo definir realmente las transformaciones de una
sociedad si ésta no interviene activamente en sus propios cambios mediante sus
debates, sus conflictos, sus transformaciones políticas?" "Tenemos
una necesidad urgente de análisis –continúa nuestro autor– no de conductas
sociales, sino más bien de la sociedad considerada ya no como una situación,
sino como un sistema de acción, un conjunto de orientaciones culturales y
relaciones de poder."
Se
puede afirmar entonces que este pensador europeo, interesado en la problemática
de América Latina, encuentra que el planteamiento creado por la mutación
tecnológica en los países en desarrollo es tanto o más dramático que la
aceleración de las innovaciones, y esto se conjuga con una incapacidad
creciente, de estos países para mantenerse asociados a las fuentes originales
de creatividad científica y técnica.
Respecto
al socialismo, Touraine piensa que hay que dejar constancia de que éste no
pertenece ni al presente ni al futuro sino al pasado, ya que se descompone
cuando emerge la sociedad postindustrial. Es necesario para él replanteárselo
todo a partir del análisis de los hechos sociales, lo que obliga a plantearse
dos preguntas: ¿Qué movimientos sociales ocupan el lugar central que tuvo
tiempo atrás el movimiento obrero? ¿Qué formas de iniciativa política deben
reemplazar a los programas de los partidos políticos que no aspiran más que a
reforzar el Estado?
En
el trabajo intelectual de Alain Touraine se aprecian tres períodos claramente
determinados. El primero está dedicado a la sociología
del trabajo, y en especial a la formación de la
conciencia obrera, pudiéndose incluir además en él sus primeras investigaciones
sobre América Latina, referidas a los obreros chilenos. Simultáneamente escribe
sobre la sociedad postindustrial y realiza el gran esfuerzo metodológico y
creativo de dar nueva forma, en general, a la sociología, publicando por entonces Sociologie de l'action y más tarde Production de la
société.
En
el segundo período se dedica a estudiar los movimientos sociales del Mayo
francés de 1968 y los golpes militares en América Latina. En 1981 se instala
durante todo el año en Polonia para estudiar el movimiento Solidarnosc, y
prepara en colaboración con Prealc un libro sobre América Latina, publicando
luego Le mouvement ouvrier y
La parole et le sang.
El
tercer período se inicia con su obra Le
retour de l'acteur para continuar con Critique
de la modernité. Este
último libro, según sus palabras, encierra las pautas que está dispuesto a
seguir durante el resto de su existencia, siendo la idea fundamental la de
considerar al sujeto como principio central de acción de los movimientos
sociales.
En
síntesis podemos señalar que se aprecia como constante de la obra de Touraine
una sociología de la acción elaborada en el primer período a nivel práctico, en
el segundo a nivel histórico, y en un nivel filosófico en el tercero, el
período actual.
Bibliografía:
L'Evolution
du travail ouvrier
aux usines Renault, 1955.
Sociologie
de l'action, 1965
(trad. esp., Sociología de la acción,
1969).
América
del Sur, un proletariado nuevo, 1965.
Étude sur la Conscience Ouvrière
dans deux entreprises chiliennes, 1966 (con otros).
Le
Mouvement du Mai ou le Comunisme Utopique, 1968 (trad. esp., El movimiento de mayo o el comunismo utópico, 1970).
La
Societé Post-Industrielle, 1969
(trad. esp., La sociedad post-industrial, 1971).
Los
trabajadores y la evolución técnica, 1970.
Université et societé aux États Unis,
1972.
Production
de la Société,
1973.
La imagen
histórica de la sociedad de clases, 1973.
Vie et
mort du Chili
populaire, 1973 (trad.
esp., Vida y muerte del Chile popular, 1974). Pour la
sociologie, 1974 (trad. esp., Introducción a la
Sociología,
1978).
Lettres à
une étudiante, 1974
(trad. esp., Cartas a una estudiante, 1977).
La société
invisible, 1976.
Un
désir d'histoire, 1977 (trad. esp., Un deseo de historia. Autobiografia intelectual, 1978). Les sociétés dépendentes, 1977 (trad. esp., Las sociedades dependientes. Ensayos sobre
América Latina, 1978).
La Voix et le
Regard, 1978.
Mort d'une
Gauche, 1979.
La
prophétie anti-nucléaire, 1980
(con otros).
L'après-socialisme, 1980 (trad. esp., El Postsocialismo, 1982).
Le pays
contre l'État. Luttes occitanes, 1981,
con otros (trad. esp., El país contra el
Estado. Las luchas occitanas, 1983).
Le retour
de l'acteur, 1984
(trad. esp., El regreso del actor, 1987).
Le
mouvement ouvrier
1984 (con otros).
Actores
sociales y sistemas políticos en América
Latina, 1987.
La parole
et le sang.
Politique et societé en Amérique Latine, 1988 (trad. esp., América
Latina. Política y Sociedad,
1989).
Movimientos
sociales hoy, 1990
(con otros).
Critique
de la modernité, 1992
(trad. esp., Crítica de la
Modernidad,
1994).
Qu'est-ce
que la démocratie, 1993 (trad. esp., Qué es
la democracia, 1994).
Le Grand
Refus. Réflexions sur la grève de décembre 1995 (con F. Dubet, F. Khosrokhavar, D.
Lapeyronnie, M.Wieviorka), 1996.
Pourrons-nous vivre ensemble ? Égaux et
différents, 1997.
Eguaglianza
e diversità, 1997.
Sociología, 1998.
Comment
sortir du libéralisme?, 1999.
La Recherche de soi. Dialogue sur le sujet (con F. Khosrokhavar), 2000.
Un débat
sur la laïcité (con
A. Renaut), 2004.
Un
nouveau paradigme. Pour comprendre le monde d’aujourd'hui, 2005.
Le Monde
des femmes, 2006.
Penser
autrement, 2007.
Si la
gauche veut des idées
(con Ségolène Royal), 2008.
Après la
crise, 2010.
Carnets
de campagne, 2012.
Nota sobre la muerte de Touraine en junio 2023:
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